EL RESCATE DE LA PRINCESA (OROPESA)
Dispuesta y bien pertrecha, a lomos de sus burricletas, parte la escuadra de Velada para acometer, como todos los años por estas fechas, una ardua hazaña épica "El rescate de la Princesa", presa en el torreón más alto de los castillos de Oropesa. Siendo las 8.30 horas del día 10 de abril de 2016, una docena larga de valerosos caballeros del Marquesado salen de la villa de Velada, en auxilio de los afligidos moradores del Condado vecino. Comandados por su Gran Maestre, que encabeza la expedición, avanza impenitente, dejando atrás su madre patria, la hoy menguada escuadra por tierras vecinas, adentrándose en primer lugar en vías gamoninas: Cañada Real Leonesa Oriental con giro por el camino de Alcañizo,
cruzando la vetusta dehesa de Casa Quemada donde el trazado se va borrando y progresivamente asisveltrando, dificultando el tránsito, con una cubierta vegetal de herbáceas coronadas de una variopinta diversidad de flores multicolor que se abren "rebosantes" de vida en el mes más altivo de la primavera: espiguillas en tonos grana, diminutas florescencias púrpuras, crucíferas amarillas, parasoles radiales malvas, tulipas blancas...en el seno de las verdes praderas.
Entramos, seguidamente, en tierras de Calera, atravesando la finca de Quejigoso, siguiendo el citado camino, que en su primer tramo aparece bien marcado, con ganado bovino a ambos lados que deambulan entre las encinas de la dehesa, abrimos una primera portera, pasamos por delante de la casa del guarda y nos desviamos a la derecha por una vieja portera, a partir de aquí el camino va perdiendo brío hasta convertirse en senda ganadera, para poco después terminar de desaparecer, ¿qué ha pasado? os preguntaréis,
pues que lo han arado, y después sembrado; por lo que cabalgando malamente, apretando bien los dientes y amortiguando con las posaderas del "culete", superamos a duras penas la difícil prueba que se interpuso en nuestro camino, además, para rematar la portera hubo que desencajar para poder pasar. Continuamos recto, en el sentido que traíamos, prolongación del camino, ahora cubierto de frescas hierbas, avanzando por la dehesa de Pedrobanegas, con encinas centenarias mezcladas con chaparras, canta el cuco, pían los pájaros, como el aceitunero, pinzón, curruca...buena zona de espárragos en las orillas de los regatos.
Cruzamos por arriba el puente de la autovía y nos dirigimos al pueblo de Alcañizo, avistamos en la lejanía reses de casta bravía, separados por una alambrada no nos inquieta la manada, prevenida mientras marcha, la cruzada de Velada, vigila un hombre en retaguardia. Arribamos al poblado, cuna insigne del Adelantado, por la calle Talavera entramos agrupados, cruzamos la Plaza Mayor rumbo Oeste con salida por el camino de Oropesa, a ambos lados labrantíos y sembrados, amapolas de rojas corolas, granjas de ganado, algunos olmos o álamos, a lo lejos las torres divisamos, izadas están las banderas, los estandartes cuelgan de sus almenas...
ya llegamos, y por la calle Alcañizo a Oropesa entramos, hacemos un alto para el "memorandum" -un lugareño se muestra contrariado y un tanto hostil, que nos enciende y pone en guardia afrontando con firmeza el devenir-, frente al nombre rotulado posa El Maestre emocionado, cuna de su nacimiento y alcurnia, vela sus armas en la previa de la batalla.
Tras la escena, una voz inflexible grita ¡en marcha! La escuadra avanza, precaución en la bajada pronunciada, la primera valla es retirada, poco después penetramos abriéndonos paso por los jardines aledaños, venciendo la resistencia de la ronda mora externa, alcanzando el refugio de "Las Águilas", y sellando en la tienda del Mago Merlín -maestro de ceremonias-
"El Adelantado Mayor" de la escuadra una gloriosa alianza con la Reina de Las Águilas, origen del apelativo "El Águila de Alcañizo". Con la inestimable ayuda de las rapaces, comienza por tierra y aire el asalto al que era hasta entonces inexpugnable castillo, desarbolando las morunas defensas y rescatando a la princesa prisionera, escalando a la torre más alta donde estaba encerrada, conocida como del homenaje, izando en lo más alto la enseña del marquesado al lado de la del condado, símbolo de la unión de nuestras fuerzas.
Seguidamente, tras la épica gesta, el rescate y la entrega, tiene lugar la entrada triunfal y recibimiento con honores en el majestuoso palacio del Condado, para celebrarlo e inmortalizarlo juntos posamos en la escena de un cuadro los Veleños, el Mayordomo, la Princesa y el Rey.
Ya en el interior de la explanada del Palacio, unimos nuestra tropa con los avezados jinetes de Talavera La Nueva, delante de las altas torres del majestuoso castillo, permaneciendo inmóviles durante unos minutos para las tomas fotográficas tanto añoradas: victoriosos los caballeros saborean el momento...¡¡¡EUREKA!!! ¡¡¡EUREKA!!! ¡¡¡AUR!!! ¡¡¡AUR!!!
Momentos después, toca el avituallamiento expreso -higos y frutos secos, plátano, orejones, líquidos enriquecidos, agua, pasas...-; y una vez recuperados, saludamos al respetable y nos vamos.
Marcamos rumbo a Torralba, atravesamos el casco urbano, y por la calle Velada sale del pueblo la escuadra, proseguimos por el homónimo camino, ancho y con el firme bastante liso, por lo que más que correr se vuela a lomos de las burricletas, la amenaza de lluvia se convierte en suceso, sacando muy pronto los chubasqueros, me vienen recuerdos "cae fina la lluvia, por el camino...ya no la siento...", y así, con las vivencias y los recuerdos me voy pedaleando hasta Velada, una estampa en la retina queda impresionada: las flores blancas de un majuelo o espino albar que parecen saludarnos al pasar.
Retorno a Velada, son las 12.30, fin de la etapa 45 km. es la distancia.
(Fotos: Víctor, Martín y Maestre)
ANEXO.
Otros caballeros lo intentaron
pero no lo consiguieron,
tuvieron que llegar "Los Veleños"
cruzando la vetusta dehesa de Casa Quemada donde el trazado se va borrando y progresivamente asisveltrando, dificultando el tránsito, con una cubierta vegetal de herbáceas coronadas de una variopinta diversidad de flores multicolor que se abren "rebosantes" de vida en el mes más altivo de la primavera: espiguillas en tonos grana, diminutas florescencias púrpuras, crucíferas amarillas, parasoles radiales malvas, tulipas blancas...en el seno de las verdes praderas.
Entramos, seguidamente, en tierras de Calera, atravesando la finca de Quejigoso, siguiendo el citado camino, que en su primer tramo aparece bien marcado, con ganado bovino a ambos lados que deambulan entre las encinas de la dehesa, abrimos una primera portera, pasamos por delante de la casa del guarda y nos desviamos a la derecha por una vieja portera, a partir de aquí el camino va perdiendo brío hasta convertirse en senda ganadera, para poco después terminar de desaparecer, ¿qué ha pasado? os preguntaréis,
pues que lo han arado, y después sembrado; por lo que cabalgando malamente, apretando bien los dientes y amortiguando con las posaderas del "culete", superamos a duras penas la difícil prueba que se interpuso en nuestro camino, además, para rematar la portera hubo que desencajar para poder pasar. Continuamos recto, en el sentido que traíamos, prolongación del camino, ahora cubierto de frescas hierbas, avanzando por la dehesa de Pedrobanegas, con encinas centenarias mezcladas con chaparras, canta el cuco, pían los pájaros, como el aceitunero, pinzón, curruca...buena zona de espárragos en las orillas de los regatos.
Cruzamos por arriba el puente de la autovía y nos dirigimos al pueblo de Alcañizo, avistamos en la lejanía reses de casta bravía, separados por una alambrada no nos inquieta la manada, prevenida mientras marcha, la cruzada de Velada, vigila un hombre en retaguardia. Arribamos al poblado, cuna insigne del Adelantado, por la calle Talavera entramos agrupados, cruzamos la Plaza Mayor rumbo Oeste con salida por el camino de Oropesa, a ambos lados labrantíos y sembrados, amapolas de rojas corolas, granjas de ganado, algunos olmos o álamos, a lo lejos las torres divisamos, izadas están las banderas, los estandartes cuelgan de sus almenas...
ya llegamos, y por la calle Alcañizo a Oropesa entramos, hacemos un alto para el "memorandum" -un lugareño se muestra contrariado y un tanto hostil, que nos enciende y pone en guardia afrontando con firmeza el devenir-, frente al nombre rotulado posa El Maestre emocionado, cuna de su nacimiento y alcurnia, vela sus armas en la previa de la batalla.
Tras la escena, una voz inflexible grita ¡en marcha! La escuadra avanza, precaución en la bajada pronunciada, la primera valla es retirada, poco después penetramos abriéndonos paso por los jardines aledaños, venciendo la resistencia de la ronda mora externa, alcanzando el refugio de "Las Águilas", y sellando en la tienda del Mago Merlín -maestro de ceremonias-
"El Adelantado Mayor" de la escuadra una gloriosa alianza con la Reina de Las Águilas, origen del apelativo "El Águila de Alcañizo". Con la inestimable ayuda de las rapaces, comienza por tierra y aire el asalto al que era hasta entonces inexpugnable castillo, desarbolando las morunas defensas y rescatando a la princesa prisionera, escalando a la torre más alta donde estaba encerrada, conocida como del homenaje, izando en lo más alto la enseña del marquesado al lado de la del condado, símbolo de la unión de nuestras fuerzas.
Seguidamente, tras la épica gesta, el rescate y la entrega, tiene lugar la entrada triunfal y recibimiento con honores en el majestuoso palacio del Condado, para celebrarlo e inmortalizarlo juntos posamos en la escena de un cuadro los Veleños, el Mayordomo, la Princesa y el Rey.
Ya en el interior de la explanada del Palacio, unimos nuestra tropa con los avezados jinetes de Talavera La Nueva, delante de las altas torres del majestuoso castillo, permaneciendo inmóviles durante unos minutos para las tomas fotográficas tanto añoradas: victoriosos los caballeros saborean el momento...¡¡¡EUREKA!!! ¡¡¡EUREKA!!! ¡¡¡AUR!!! ¡¡¡AUR!!!
Momentos después, toca el avituallamiento expreso -higos y frutos secos, plátano, orejones, líquidos enriquecidos, agua, pasas...-; y una vez recuperados, saludamos al respetable y nos vamos.
Marcamos rumbo a Torralba, atravesamos el casco urbano, y por la calle Velada sale del pueblo la escuadra, proseguimos por el homónimo camino, ancho y con el firme bastante liso, por lo que más que correr se vuela a lomos de las burricletas, la amenaza de lluvia se convierte en suceso, sacando muy pronto los chubasqueros, me vienen recuerdos "cae fina la lluvia, por el camino...ya no la siento...", y así, con las vivencias y los recuerdos me voy pedaleando hasta Velada, una estampa en la retina queda impresionada: las flores blancas de un majuelo o espino albar que parecen saludarnos al pasar.
Retorno a Velada, son las 12.30, fin de la etapa 45 km. es la distancia.
(Fotos: Víctor, Martín y Maestre)
ANEXO.
Otros caballeros lo intentaron
pero no lo consiguieron,
tuvieron que llegar "Los Veleños"
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