martes, 23 de febrero de 2021


EL SALTO DEL PEDROSO
 

    Tras el deshielo de las nieves y las últimas lluvias caídas el caudal de los ríos a aumentado enormemente, por lo que era un buen momento para acercarnos a El Puente del Arzobispo (Toledo) y realizar una corta ruta de senderismo que nos lleva al salto, o cascada, del río Pedroso, sito en el término municipal de Villar del Pedroso (Cáceres). 






Estacionamos el vehículo en el extremo meridional del célebre puente sobre el río Tajo, es decir, al otro lado ya pasado el puente, donde se ha habilitado una especie de parking público. Un panel informativo nos ilustra sobre el trazado del recorrido, que discurre pegado a la margen izquierda del cauce. Avanzamos por el sendero disfrutando del verde del campo y de los almendros en que se hallan en plena floración; asimismo, divisamos la parte superior de los molinos que debido a la crecida del río se hallan anegados en buena parte de su estructura. Nos encontramos con varios paseantes, que ya vienen de vuelta, y portan algunos manojos de espárragos. Pasada media hora, aproximadamente, llegamos al paraje, se identifica fácilmente por el sonido que produce el agua de la cascada al precipitarse en el cortado sobre el lecho rocoso de granito. Mirando por los alrededores, conseguimos encontrar un estrecho sendero descendente que conduce a la zona baja de la cascada, por lo que decidimos descender con mucha precaución todo lo que fue posible para nuestra condición física. 





Las vistas del salto, dado el elevado caudal que porta el río Pedroso en el momento de la visita, son espectaculares, así como el farallón rocoso de granito que lo flanquea, destaca una especie de torreón macizo que asemeja al tiro de una chimenea, conocido por algunos lugareños como "El Burcio". Después de la caída, desciende el agua por el lecho escalonado de la piedra desnuda para posteriormente encajonarse en la estrechura de una hendidura a modo de tobogán, su fuerza y bravura origina un rápido, y su continuo fluir bruñe la pulcra cara de la roca y modula un sonido envolvente a su alrededor. Unos metros más abajo, el cauce se ensancha, ya sin la opresión del paredón rocoso, y sus aguas desembocan en el río Tajo.

 El bello espectáculo que la naturaleza nos ofrece invita al descanso y la contemplación,  momento ideal para tomarse un tentempié acompañado de una cervecita fresca disfrutando de las maravillosas vistas desde alguno de los pedruscos convertido en atalaya.