viernes, 27 de junio de 2014

EXPEDICIÓN VELEÑA AL CERVUNAL O CABEZA NEVADA (GREDOS)

EXPEDICIÓN VELEÑA A GREDOS: EL CERVUNAL O CABEZA NEVADA (2.428 m)
En la mañana del 21 de junio, solsticio de verano, el día más largo del año, la escuadra de Velada, formada por 8 caballeros (veleños y aliados), emprenden una nueva hazaña: la escalada a la cumbre del Cervunal o Cabeza Nevada (la tercera más alta). El punto de salida, e inicio de la partida, sito en Navalperal del Tormes, pueblecito abulense anclado en el valle del río Tormes, paraje de campiña donde sobresalen los tonos verdes de arboledas de ribera y prados en los cercados; mientras que en la mente de alguno de los componentes brilla la imagen soñada de la toscana italiana. Después de equiparnos, partimos muy animados, en mi pensamiento la imagen de cuento, esa cortina de agua cayendo en cascada en la garganta inmaculada, la fontana del Gargantón enarbola la bandera de la ilusión. En dirección a las 5 lagunas marchamos, con robles a ambos lados, y en la primera baliza de señalización cambiamos la dirección, tomamos el sendero de la izquierda para remontar progresivamente toda la cuerda que nos acercará al Cervunal (haces de cereal amontonados con contornos redondeados). 
A medida que avanzamos las fuerzan van mermando, un descanso en el refugio,bebida líquida y algún fruto. Seguidamente, atravesamos canchales y pedreras sufriendo de lo lindo los cuádriceps de las piernas, también los gemelos, pero lo superamos mirando a lo alto del cielo, ¡quietos! ¡no os mováis! –grita un caballero- una víbora en el sendero, una foto para el recuerdo, y proseguimos en el empeño. Los últimos 200 metros resultan un  tormento, el Presi se resiente y el desánimo es creciente; sin embargo, se idea una estrategia y aparece el compañero “serpa”, quien le libera de su mochila y sube de otra “guisa”. Llegamos al gran nevero, sacamos el bocadillo y el refrigerio, resguardados de la niebla y el frío detrás de algún parapeto pétreo, las viandas nos comemos. Reponemos fuerzas en medio de una ventisca fresca, hay que salir de aquí y hemos de partir, a continuación el tramo de dura ascensión, cada cual se abre camino a través del laberinto, saltando de  peña en peña por fin alcanzamos la cresta, uno tras otro, de forma escalonada, alcanzamos Cabeza Nevada, con sus dos mil cuatrocientos veintiocho metros “El Cervunal” marca con su hito el techo.  Deambulamos entre las piedras, pasando de un lugar a otro, buscando el gran tesoro, por fin levanta en ocasiones  la niebla y contemplamos una panorámica tan hermosa y tan bella, que nos quita las penas. En primer lugar, la mayor de las cinco lagunas, después la segunda, también la tercera, aparece la cuarta, y casi tapada por un espolón de la montaña, se avista la cola de la quinta. Nos felicitamos por la dicha de tan hermosas vistas, y las cámaras de fotos están listas, un amplio reportaje fotográfico recoge nuestros pasos a vista de pájaro. Toca ahora bajar e ideamos un plan, bajaremos en picado por la canal, buscando más abajo El Gargantón, surgencia de agua que viene y mana en la antesala del Almanzor. El peligro acecha y descendemos con prudencia, por la canal del diablo se pasa un mal trago, felizmente superado…El Presi se destaca y llega el primero a la charca, donde el agua se remansa tras el salto de agua, una bella estampa llena de magia, echamos la vista aguas arriba y los crestones nos invitan, son momentos para contemplar, disfrutar y descansar; mientras alguno, absorto, expresa su emoción y asombro: “el principio de todo”, “el jardín del Edén”, “el Paraíso bendito”…Las cabras se nos acercan a compartir la merienda, refrescamos los pies en este lindo vergel, en las aguas transparentes y cristalinas que se reflejan en nuestras retinas. Es hora de marchar y continuar, seguimos el curso del Gargantón disfrutando con las múltiples cascadas un montón, una tras otra nos acercamos a sus pozas, maravillosas cascadas que amenizan nuestra marcha, impregnada de dulzor que penetra en lo más hondo del corazón. Por fin llegamos, al altar sagrado, al paraje añorado y soñado, la “cascada escalonada”  alimenta el espíritu del “karma” extasiada, cuando callan las palabras para dejar paso a la vista y los sonidos onomatopéyicos de la “natura” aparece el resplandor del arco iris en la gotitas de agua pulverizadas que saltan de la cascada y musitan arpegios sonoros con el gorgoteo continuo del fluir del agua al romper contra la roca. Una delicia de la naturaleza impregnada de belleza, que da vida a la raíz de nuestra esencia: el alma. En el marco del cuadro paisajístico, que capta el visor de nuestros ojos, la cascada escalonada domina el primer plano, secundado por nuestros cuerpos pasajeros. Un adiós con emoción, nos retiramos y de nuevo caminamos, en dirección a Navalperal siguiendo el curso fluvial, atravesamos la gran pradera, en el grupo el cansancio hace mella, un despiste de dos integrantes les causa un gran desgaste, pero como son buenos atletas enseguida se nos acercan, nos reagrupamos y seguimos avanzando, por última vez nos giramos para despedirnos de EL CERVUNAL, que se levanta a lo lejos en lo más alto. A las 8:30 de la tarde arribamos y en el Tormes nos bañamos, han sido doce horas memorables, invertidas en una hazaña épica realizada por la escuadra veleña: el asalto al Cervunal ha llegado a su final.