lunes, 13 de mayo de 2019


ENTRE RÍOS (ARENAL Y ZARZOSO)

El 4 de mayo de 2019, nos fuimos en familia al pueblo abulense de la Sierra de Gredos "El Arenal", donde realizamos un tramo de la ruta de senderismo "ENTRE RÍOS",  del puente Najarros en el río Arenal. La senda discurre por la orilla del mismo, bajo la sombra del bosque de ribera, con frondosos y altos árboles, como: alisos, álamos, robles, nogales ...En primer lugar, nos sorprende la cascada de Najarros, con un caudal excelente pudimos contemplar la belleza de la caída de sus aguas y del entorno, el enorme bolo o cancho del paraje por donde se deslizan. Más adelante, de forma escalonada van apareciendo distintas hoyas con unos bellos colores, que alternan con la transparencia de las aguas cristalinas al acercarte. El perro se lanzó de inmediato a darse un chapuzón, pese a que el agua aún estaba fría, se lo pasaba "engrande" de un lado para otro remojón tras remojón. 
El sendero es estrecho pero resulta fácil de transitar y muy refrescante, junto a él se hallan diferentes parcelas agrícolas de cultivo, llama la atención los cerezos bien cargados de frutos verdes. Nos detenemos a tomar unas fotos a la altura de la cascada del indio, por el perfil que dibuja el contorno de la roca. Estamos en plena primavera y las flores se muestran pletóricas, con sus pétalos bien abiertos y brillantes, amarillos, blancos, morados, azules ...Sorteamos las ortigas y otras herbáceas que invaden el sendero, abrimos alguna portera, seguimos el curso del río en su descenso y, tras recorrer unos 3 km. aproximadamente, decidimos dar media vuelta y retroceder por el mismo sendero, pero ahora remontando el curso del río, acompañados por el melodioso canto de los pajaritos, el fluir de la corriente del río con su apacible sonido... 
Una marcha de senderismo agradable, cómoda, fácil y refrescante, ideal para disfrutar en compañía.














martes, 7 de mayo de 2019


MONFRAGÜE Y EL ÁGUILA IMPERIAL IBÉRICA

El 1 de mayo de 2019, un día soleado de primavera, pusimos rumbo al Parque Nacional de Monfragüe (Cáceres) por la A-5 en sentido Navalmoral de la Mata, a cuya altura nos desviamos por la autovía EX-A1 en sentido Plasencia, y enlazamos, poco antes del río Tiétar, con la carretera secundaria CC-389 que nos conduce a Villarreal de San Carlos y Parque de Monfragüe. Las dehesas de encinas y alcornoques hacen su aparición a ambos lados de la vía, también la vegetación de ribera con sus frondosas fresnedas. Tras una veintena de kilómetros aproximadamente, realizamos una primera parada en el mirador de La Portilla del Tiétar, donde esperamos ver en el roquedo aves tan apreciadas como el águila imperial, el búho real y la cigüeña negra, entre otras varias. Equipados con prismáticos y telescopios, nos colocamos en posición en el mirador, donde otros muchos apasionados de la ornitología se encontraban apostados, y empezamos a otear la escarpada pared rocosa de La Portilla, al poco tiempo, escuché una voz que decía "lo tengo".
Efectivamente, allí en lo más alto del cantil, se alzaba majestuosa en su atalaya el águila imperial ibérica, enfoqué lo mejor que pude y traté durante varias intentonas obtener una foto con la cámara del móvil, no sin poco esfuerzo; pero me resultó muy emocionante.
Otro compañero también avistó a su pareja en la rama seca de una encina próxima, situada cerca de la cresta, tomando una foto cuando abría las alas dispuesta a despegar, la blancura de los flancos de sus alas se aprecian claramente (foto cedida). Mientras contemplábamos extasiados a la joya del Parque levantar el vuelo y sobrevolar en círculo, asistimos incrédulos a un episodio que jamás había visto, de repente el águila se descuelga en picado cayendo sobre el dorso de un buitre leonado, golpeándole con sus garras para alejarle del lugar, como marcando su territorio, una especie de advertencia aclaratoria de que ella era la reina.
Todos los presentes quedamos boquiabiertos, esto sin más nos hacía sentir que había merecido la pena la visita, pues fuimos unos afortunados.  Proseguimos con los avistamientos y enfocamos a una pareja de buitres leonados en el  posadero donde nidifican; pero no era eso lo que buscábamos en esta ocasión, nuestro objetivo era el búho real, muy difícil de avistar, pues se mimetiza perfectamente con el color de la roca, dado que años atrás sí tuvimos la fortuna de verle sobre una repisa en este mismo lugar; sin embargo, pese al tiempo dedicado en el empeño no lo conseguimos, tal vez haya abandonado La Portilla. A pesar de ello, otra sorpresa nos deparaba el avistamiento, aplastada en su nido encontramos a la Cigüeña Negra, con su largo pico rojo y las irisaciones verdes de las plumas del cuello sobre el negro azabache del resto del cuerpo. 
Después, nos desplazamos un centenar de metros hasta el mirador de La Higuerilla donde esperábamos ver al Alimoche, como así sucedió, acamado en su nido se hallaba un bonito ejemplar de Alimoche con plumaje blanco, cabeza y pico amarillos, todo un espectáculo. 
En el mirador de la Tajadilla, hicimos una breve parada para leer el panel interpretativo. En la ladera de la zona de umbría se aprecia el denso bosque mediterráneo, mientras que en el lado de la solana, predomina el monte bajo o matorral (jaras, cantuesos ...).
La siguiente parada, después del almuerzo o comida en La Hospedería, la hicimos en el Salto del Gitano, donde sobrevolaba el milano, junto a los buitres leonados, y alguna garza real. Enfocamos y de nuevo avistamos a la cigüeña negra y al buitre leonado.
Desistimos de subir al castillo, pues el sol apretaba y no veíamos al microbus que te lleva a pie de escalera; pero merece la pena por la vista panorámica que ofrece de la confluencia de los ríos Tajo y Tiétar entre las cadenas montañosas, así como el observatorio que ofrece de rapaces surcando el cielo.
Por último, bajamos al Puente del Cardenal, en sus proximidades discurre una calzada romana y vía pecuaria, tomamos unas fotos de la misma, asi como del encuentro de los ríos Tajo y Tiétar, tras las presas o embalses del Torrejón. En la otra orilla, en el acantilado rocoso anida una pareja de cigüeña negra, que avistamos en su nido.
En resumen, la biodiversidad que atesora el Parque Natural de Monfragüe bien merece una visita anual, porque siempre te quedará algo nuevo por descubrir, quizás el bosque mediterráneo mejor conservado del planeta.










jueves, 2 de mayo de 2019


EL CHORRO  DE LOS NAVALUCILLOS Y EL ROCIGALGO
El 27 de abril de 2019, tras las abundantes lluvias caídas en los días de Semana Santa, decidimos acercarnos al área recreativa de Las Becerras, en la carretera CM-4155, PK 16, pasada la localidad toledana de Los Navalucillos, donde se ubica la ruta circular de senderismo que discurre por el Parque Nacional de Cabañeros y denominada "El Chorro y El Rocigalgo". Recogimos el folleto descriptivo en la Caseta de Información, al lado de los aparcamientos, dónde nos explicaron que era conveniente comenzar por la senda de la izquierda, denominada La Calanchera, o del Macizo del Rocigalgo, y volver por la senda del Chorro; sin embargo, decidimos hacerlo al revés, al considerar que era menos exigente. Por tanto, nos dirigimos por la pista forestal de la derecha, buscando la famosa cascada, conocida como "El Chorro de Los Navalucillos", que se halla en un estrecho valle de la Sierra Fría en los Montes de Toledo, por donde discurre el arroyo del Chorro, y que en su primer tramo de ascensión a media ladera discurre entre chaparras de encina, cuyo ramaje se entrelaza

convirtiéndose en un dosel vegetal por encima de nuestras cabezas. Desde el punto de vista botánico resulta muy interesante, pues la umbría posibilita que encontremos árboles que normalmente no vemos en estas latitudes, me refiero por ejemplo, al Tejo, Arce de Montpellier, Acebo; también aparecen otras especies, más propias de la zona, como el madroño, la jara y el brezo (tanto blanco como rojo). Además el bosque de ribera, a ambos lados del arroyo, cuenta con los esbeltos abedules, frondosos fresnos y sauces, verdes helechos y musgos, líquenes que cuelgan de las ramas de los árboles, mostajos, juncales ...El rugido de las aguas cristalinas que bajan con bravura la pendiente se complementa con el canto de numerosos pajarillos
que pueblan la ribera, el altanero canto de la curruca contrasta con el más melodioso y delicado del herrerillo, o del carbonero, la sensación de bienestar inunda cuerpo y alma, la naturaleza lo envuelve todo y los postes de madera numerados nos conducen hasta el espectacular salto del Chorro, caída de 18 m. con gran aporte de agua en el escalón del cortado de la pared rocosa. El lugar ha sido acomodado para disfrute del visitante, con panel
interpretativo de la formación de los Montes de Toledo y la orogénesis de Las Glaciaciones, así como de un puentecito de madera con travesaños; nos impresiona la altura, caudal y estruendo del agua al precipitarse por la cascada, una auténtica maravilla (para muchos, tan cerca y tan desconocido). Proseguimos la ruta en busca de la Chorrera Chica, siguiendo la dirección
que nos marcan las tablillas de las balizas, atravesamos el tramo, quizás más peligroso, especialmente si la superficie de la roca donde hemos de pisar se halla mojado, denominado de La Cornisa, por lo que extremamos las precauciones y nos agarramos a la cadena colocada en la pared de roca, ya superado en el otro extremo, respiramos aliviados, poco después hemos de desviarnos unos centenares de metros para alcanzar la Chorrera Chica, tras salvar un par de veces el curso de agua manteniendo el equilibrio de
piedra en piedra para evitar mojarnos los pies. por fin avistamos  la doble cascada que forman la Chorrera, salto de agua con un escalón intermedio, pero más agreste y salvaje que la cascada del Chorro, se halla en un paraje más recóndito y menos alterado, una cortina humeante del vapor de
agua asciende del romper de las aguas, ¡qué gusto da tomarse unas viandas sentaditos en el sombraje! Después del pequeño descanso, continuamos subiendo y remontando la ladera para dirigirnos a la cumbre, ahora nos internamos en el denso robledal (roble melojo) por un cómodo sendero hasta encontrarnos a su salida con la impresionante rampa de ascensión de un cortafuegos que nos llevará a lo alto de la cumbre alomada del Rocigalgo, discurre entre brezos en floración, campanillas en tonos rosas, un tanto rojizos de los pétalos. Al fin, con un sol de justicia, coronamos, un poco quemados; pero en la mayor cota de los Montes de Toledo, en el Pico Rocigalgo con sus 1448 m, estamos encaramados en lo más alto, subidos en el hito nos fotografiamos, disfrutamos de las espectaculares vistas que nos ofrece, identificando con el panel interpretativo las sierras, rañas, valles, embalses y demás accidentes geográficos que nos rodean. El esfuerzo ha merecido la pena, ahora toca


descansar en el banco contemplando la inmensidad de los campos que alcanza la vista desde esta atalaya natural. Tras unos minutos de bienestar, toca volver, y optamos por la ruta denominada Macizo del Rocigalgo, que se trata de una pista acondicionada para los vehículos contraincendios y 4x4, pero con unas vistas hacia el Norte espectaculares, según bajamos en la lejanía la Sierra de Gredos nevada cautiva las miradas, el pueblo de Los Navalucillos entre las montañas, distintas sierras y valles (cabe señalar, que del macizo Rocigalgo surgen varios ríos: El Pusa, El Frío, El Estenilla y Cedena). Después de un primer tramo de descenso toca subir a una cota con crestones aserrados paralelos, denominado el contadero (contar las cabras a
su paso entre las peñas) hacemos una parada para tomar unos bocatas acompañados por unas cervezas, con las miradas puestas en el valle encajonado entre sierras revestidas de monte bajo. Una pronunciada  bajada y paneles interpretativos, el primero según bajamos versa sobre la geología y los fósiles que datan del plegamiento herníco hace unos 500 millones de años, cuando el continente de Gondwana en su desplazamiento hacia el continente de Laurasia provocó el levantamiento de los sendimentos de los fondos marinos poblados de trilobites y gusanos, cuyas huellas quedaron impresas en las rocas dando lugar a los fósiles que encontramos en la ruta: "cruzianas" (huellas de trilobites) , huellas de gusanos,  rizaduras (surcos del oleaje sobre las arenas), pirolusitas dendríticas impresas en la cara de las lascas de roca...Numerosas pedreras en las laderas y crestones de cuarcita armoricana en altitudes altas, mientras en altitudes bajas abunda la pizarra...
Ahora toca otra subida a la cota alomada de las segunda elevación más alta de la ruta, la pista forestal tiene dos roderas anchas de piedras compactadas en hormigón para la circulación de vehículos todoterreno, con el sol en lo más alto resulta costosa y sufrida. Seguimos bajando, un rebollar o bosque de roble melojo con sus brotes primaverales hace su aparición, pero apenas dan sombra, un panel interpretativo de Las Aves invita a una parada (águila imperial, cigüeña negra, buitre negro, buitre leonado, carbonero, curruca, herrerillo, agateador azul). 
Bajada continua con fuerte desnivel y vista panorámica con panel de identificación, más adelante sucesivos paneles interpretativos de Los líquenes, Las mariposas  y de los Usos tradicionales. Ya estamos muy cerca de la Caseta de información y los aparcamientos, cruzamos el arroyo
del
Chorro por un puente de madera de nueva construcción finalizando frente al Panel de Inicio de La Calanchera (Macizo Rocigalgo).





RUTA: Circular de 22 km y 8 horas en total, enlazando las rutas del Chorro y Macizo Rocigalgo, muy atractiva en Primavera y Otoño tras las lluvias. Dificultad: moderada.