domingo, 4 de abril de 2021

 

CUENCA, NATURALEZA, ARTE, CULTURA Y CIENCIA

Estuvimos unos días, previos a la Semana Santa, en plena ola de Covid 2021, en esta bella ciudad de Cuenca, Patrimonio de la Humanidad, que atesora un grandísimo patrimonio natural, artístico y cultural, para disfrutar de los paseos por sus calles y senderos: una experiencia única. 
Del Convento de San Pablo, convertido en Parador Nacional de Turismo, parten dos rutas de senderismo muy recomendables para caminantes, una se dirige a la Fuente La Zarza (Cueva) y Cerro Seco, y la otra al Cerro del Socorro, donde se levanta la estatua del Sagrado Corazón. Ambas rutas, se pueden hacer en una misma jornada, pues resultan relativamente fáciles. Así, la primera se desvía a la izquierda por un estrecho sendero que discurre entre árboles, principalmente pinos, a media ladera y acompañados por el placentero canto de los pajarillos (carboneros, trepadores, agateadores y el martilleo del pájaro carpintero)mientras que la segunda, una senda más ancha y enlosada en gran parte que va ascendiendo paulatinamente hasta coronar el Cerro del Socorro, discurre entre pinos, coscojas, aulagas, agracejos ... Se ha instalado un Vía Crucis con los mojones de sus distintas estaciones.
Las vistas de la ciudad desde los alto del cerro son espectaculares, se divisa a vista de pájaro los edificios más emblemáticos de Cuenca y el tajo de la Hoz del Huécar. En la bajada, ya cerca del punto de partida, se aprecia en las altas paredes verticales del roquedo las numerosas vías abiertas para los amantes de la escalada.










Al día siguiente, cambiamos de orientación, y del área recreativa El Peral, sito en la Hoz del Júcar, al que se accede bajando desde la Plaza Mayor por el Santuario de la Virgen de las Angustias hasta el puentecillo de madera de cruza el río, parte la ruta senderista que se dirige a San Julián El Tranquilo.

 Se trata de una pista de tierra que serpentea por la ladera del Cerro Sagrado, entre pinos y sabinas, con distintos miradores para la contemplación de la cara Oeste de la Ciudad y de la Hoz del Júcar, las casas y edificaciones dispuestas sobre los farallones rocosos de caliza, invitación al disfrute de la contemplación. Tras alcanzar la Ermita de San Julián El Tranquilo, toca descansar en uno de los bancos existentes frente a la fachada y leer los paneles de información sobre la vida del Santo; personalmente, dirigí la mirada a los inmaculados Jacintos de pétalos blancos y amarillo corazón. Después, el retorno, en ruta circular, discurre en bajada escalonada con numerosos miradores, como el mirador de San Julián, donde se aprecia el discurrir de las coloristas aguas del Júcar que se abre paso en el bosque de ribera, un color verde jade que hechiza la vista sin poder dejar de mirarlo. 


Finalizada la larga escalinata accedemos a la carretera a la altura de la Presa La Graja, donde se halla habilitado un carril bicis y peatonal que discurre por la margen derecha del río hasta llegar de nuevo al punto de partida, el Puentecillo de Madera, una mirada hacia las aguas que bajan y bajan, y cambian de tonalidad a un azul turquesa que impresiona.




Por otro lado, pasear por la ciudad de Cuenca, pese a las cuestas, resulta una experiencia entretenida y enriquecedora, tanto a nivel paisajístico, como cultural y artístico.
 Las vistas desde el Convento de San Pablo, en el extremo del Puente San  Pablo, son espectaculares: las Casas Colgadas, El Palacio Episcopal, La Catedral, las paredes rocosas de los cortados, las casas empotradas en lo alto... Además, cuenta con numerosos museos de gran interés: museo de arte abstracto (casas colgadas), museo municipal, museo de artes y las ciencias, museo paleontológico, museo diocesano. También proliferan los conventos e iglesias. Y hay que destacar la preciosa Catedral (estilo gótico-normando), la Plaza Mayor con su Ayuntamiento, las calles y recovecos, y

especialmente, el Barrio del Castillo, con sus maravillosos miradores, a un lado el mirador de La Hoz del Río Huécar (sentado al atardecer sobre la superficie amesetada de una gran roca); y al otro, en el lado opuesto, mirando al Oeste, La Hoz del Río Júcar, desde el que se puede contemplar los célebres "Ojos de La Mora", se accede por un pasadizo con arco frente a la monumental iglesia de San Pedro. Tapear en la ciudad es otro de sus atractivos, me encantó la terraza del Grotte, sobre la Hoz del Huécar. En el reportaje fotográfico descubrirás algunos de sus tesoros...