lunes, 11 de marzo de 2019

PUENTE ROMANO DEL GUADYERBAS


PUENTE ROMANO DEL GUADYERBAS 

En la mañana del 10 de marzo, desde el Centro de Salud de Velada, iniciamos nuestra ruta de mtb con la intención de llegar al Puente Romano del Guadyerbas, paraje en plena naturaleza cercano a la población de Navalcán y al embalse. Tomamos el camino de Navalcán, atravesando la finca de Trujillano, su encinar y nos topamos con el río Guadyerbas, que aún conservaba un modesto caudal, por lo que nos armamos de valor y cruzamos su cauce pedaleando hasta la otra orilla, donde las arenas frenan la marcho. Continuamos hasta enlazar con la vía pecuaria del cordel de ganados, giramos a la derecha por el camino que nos conduce a la depuradora de aguas sucias y seguidamente alcanzamos la localidad de Navalcán. Nos incorporamos a la carretera en dirección a la presa del embalse y a la altura de La Residencia de Mayores nos desviamos por el camino que enlaza con el carreterín de los motores, tras recorrer aproximadamente un kilómetro, nos desviamos por el segundo camino que nos sale a nuestra izquierda, que se dirige a Valtravieso, discurre entre encinas y reses de alguna ganadería de la dehesa; al llegar a la labranza, dejamos a nuestra derecha la casa y enfilamos el camino, tras abrir una portera, que discurre paralelo al arroyo Mijar, el cual va a desembocar, al igual que el camino,  en el río Guadyerbas. A destacar la verde pradera de la dehesa de encinas, la hilera de fresnos que flanquean el arroyo Mijar, la humedad y frescor reinante en el terreno, a pesar de las pocas lluvias caídas. El día se mostraba soleado, con buena temperatua y sin apenas viento, por tanto, ideal para disfrutar de la ruta de mtb en agradable compañía. LLegados al molino en ruinas próximo al citado puente, hemos de remontar hacia el cerro rocoso cubierto de matorral y chaparras que se divisa a la izquierda para aproximarnos al enclave; hemos de echarnos las bicicletas al hombro entre los bolos de granito del altozano, sorteando los matojos y esparragueras que crecen por doquier, hasta divisar los pilares laterales de lo que fuera en otro tiempo un puente pétreo, pero sin el arco del ojo (el paso del tiempo habrá derribado los sillares); sin embargo, desde este punto se divisa el auténtico puente, denominado romano, si bien se trata de un puente del medievo, unos metros más abajo. Allí ya se encuentran varios compañeros del grupo, que han hallado una vía más rápida y mejor de llegar; aprovecho la ocasión para tirar varias fotos desde la distancia. Por fin alcanzo el célebre Puente Romano del río Guadyerbas y disfruto de las espectaculares vistas que ofrece, tan solo una hilada de sillares conforman la arcada de medio punto y pese al paso del tiempo sigue milagrosamente en pie, el río discurre encajonado entre cerros a ambos lados, predominan las encinas



















y chaparras, tanto en el cauce como a los lados sobresalen enormes bolos graníticos, que la erosión ha ido modelando, las aguas muestran un color verdoso, y en la orilla que se halla en la umbría las moles de roca aparecen cubiertas de musgo, mientras algunos árboles se engalanan de "barbas de viejo", me refiero a líquenes que cuelgan de sus ramas secas, la verdad es que impresiona el enclave. Lugar recóndito, solitario, agreste, tranquilo, propicio para el descanso y el sosiego. Después del avituallamiento, toca volver, y optamos por la margen izquierda del río, cuyo estrecho sendero discurre entre bolos de piedra cubiertos de musgo, muy resbaladizo y no transitable, por lo que nuevamente hemos de echarnos las bicis al hombro. Tomamos la carretera en sentido a Navalcán, pero nada más pasar el muro de la presa del embalse de Navalcán, tomamos la ruta de las aves que sale a nuestra derecha, nos incorporamos a la misma a través de un paso canadiense o guardaganados que se halla en la portera, bordeando por su cara norte el embalse hasta finalizar en la depuradora de aguas sucias del municipio de Navalcán, un pequeño respiro para reagruparnos y continuamos por el camino de Talavera para regresar a Velada.
Ruta circular, de 50 Km. y una duración de 3:30 horas. A destacar: el bello paraje del Puente Romano y la vegetación primaveral de la ruta de las Aves.

miércoles, 6 de marzo de 2019

PARADOR DE MAZAGÓN



PARADOR Y PLAYAS DE MAZAGÓN, DOÑANA Y PALOS 

En los carnavales, días 2-3-4 de marzo, he estado alojado en el Parador Nacional de Mazagón, en esta época he de calificar mi estancia de ideal en todos los sentidos, en especial su ubicación y vistas, como podréis constatar en las imágenes que se acompañan, en mi opinión una auténtica pasada, fotos espectaculares de los distintos parajes que desde allí hemos visitado: El Rocío, La Playa del Parador, Parque Nacional de Doñana, Playa de Matalascañas (torre de vigilancia anegada por las aguas del mar, parapentista), Palacio del Acebrón, La Rocina y Palos de la Frontera (carabelas y monasterio de la Rábida). Las marismas no estaban en su mejor momento, pero tenían agua y se la avifauna acuática que atesora excepcional. En el Parque de Doñana, con su bosque negro y blanco, zona de las dunas, playa, cortijo-palacio y pinares, un paraje natural diverso y completo, donde pudimos avistar con los prismáticos distintas especies faunísticas: ciervos, gamos, jabalíes ..., pero lo extraordinario fue observar a un águila imperial posado en la rama seca de un árbol; sin embargo, el célebre lince no apareció por ningún lado, pues resulta muy difícil su avistamiento en las excursiones por el parque, una pena, pero el recorrido resultó interesante (por cierto, los flamencos se hallaban muy lejos y la visión de los mismos poco nítida). Tanto en el Centro de Interpretación del Acebuche, como en La Rocina y el Acebrón, se pueden realizar recorridos gratuitos por sendas marcadas para el avistamiento de aves acuáticas (ibis morito, espátula, garceta, ánade real, porrón común) y aves canoras. En cuanto a gastronomía, sus productos frescos del mar: gambas blancas de Huelva, navajas, langostinos, chocos, calamar, flamenquín y las célebres coquinas, entre otros platos. Y por último, las instalaciones del Parador excelentes, terraza con vistas al mar, maravillosa piscina con pinos y césped muy cuidado, observatorio de las puestas de sol en un promontorio, escalera de madera con acceso directo a una playa espectacular de arenas finas que se pierde a la vista, desayunos copiosos. ¡Me ha encantado! Seguro que repetiré.