lunes, 24 de abril de 2017

RUTA DE LOS PESCADORES (ARENAS DE SAN PEDRO/ÁVILA)

RUTA DE LOS PESCADORES: SINFONÍA DE SONIDOS EN UN CUADRO PICTÓRICO IMPRESIONISTA. UN PARAJE INIGUALABLE EN LA FALDA DE LA SIERRA DE GREDOS.

El sábado 23 de abril, cuando la primavera luce sus mejores galas, pletórica la naturaleza, siendo las 11 de la mañana de un día luminoso, me dispongo junto a mi compañera a realizar la alabada "ruta de los pescadores"; ahora bien, con una peculiaridad, en lugar de iniciar la misma desde el habitual punto de partida sito en Arenas de San Pedro, aconsejado por un amigo, invierto su trazado para comenzar a caminar desde el extremo opuesto, ubicado en el Puente y Ermita de Los Llanos (al que se accede por la carretera LE-502 en sentido a Candeleda, cuya intersección con la N-501 de Ávila, se halla antes de llegar a Ramacastañas, viniendo de Talavera de la Reina).  Estaciono el vehículo junto al puente del río Arenal, cruzado éste, y una vez pertrecho de todos los aparejos, reparo poco antes de ponerme a andar, en un pájaro de bella estampa posado en una de las ramas de un magnífico ejemplar de roble, a mi parecer -sin ser un experto- podría tratarse de un alcaudón real, con larga cola, antifaz negro en su cabeza y un gris azulado brillante en el dorso; buena señal me digo para mis adentros, e iniciamos el paseo por la orilla derecha del río según nuestra marcha, por tanto, dejamos el río a nuestra izquierda, es decir, por la margen izquierda del cauce. Nos adentramos por un estrecho sendero en un frondoso bosque de ribera, con una cubierta vegetal de follaje y espesura de intenso color "verde primavera" que lo impregna todo. Entre las especies arbóreas que predominan y distingo están los alisos, sauces, fresnos...que conforman un abigarrado bosque de galería, flanqueando en sus orillas el cauce del río, sus aguas corrientes fluyen sin cesar emitiendo sonidos orquestados conformando una auténtica sinfonía con el dulce canto de los pájaros que pueblan el sin par paraje, una auténtica maravilla que se asocia al edén; así en los remansos del río se acumulan las arenas dando lugar a pequeñas playas o arenales -ideales para un baño en época estival-, la transparencia de sus aguas cristalinas dejan ver el fondo del lecho cubierto de cantos rodados, me impresiona la reverberación de las imágenes que se reflejan en el agua, esos troncos alargados y grises espejados, que parecen moverse y distorsionan sus contornos, me recuerdan los cuadros de paisajes de los pintores impresionista (Monet, Manet ...). Más adelante, la densidad de la vegetación herbácea resulta de una exuberancia portentosa, a destacar la altura de los numerosos helechos, las flores amarillas resplandecientes de los dientes de león, margaritas amarillas, las flores violáceas, tanto azuladas como rosáceas, de los molinillos con sus cinco pétalos en forma de aspas, alberjones, fumarias ...Las balizas de madera van marcando la ruta que discurre a lo largo de la orilla del río, en ocasiones, reviste cierta dificultad en algunos de sus tramos, que requiere una "trepadilla" o descenso agarrándose uno bien a las piedras o canchos escalonados de forma irregular -complicada para niños pequeños, no recomendable para menores de diez años-; el musgo, en las zonas de umbría, tapiza el roquedo granítico que aflora en el suelo, mientras me detengo a fotografiar los frutos del rusco, unas bolitas rojas brillantes, del tamaño de una canica, escucho en la lejanía, en un bosque de pinos que puebla la ladera, el suave y delicado canto de un carbonero garrapinos, en contraposición, con el que escucharé poco después al paso frente a ejemplares de robles y encinas, que resulta chirriante y estridente, de un pinzón. El sendero asciende por el talud de la pared que delimita el valle y el ramaje de unos arbustos cubren a modo de dosel la senda, se trata de durillos y loros, cono hojas semejantes al laurel, ataviados con incipientes flores blancas que embellecen su estampa...También los brezos con sus barbas de viejo, claro exponente de la pureza del aire que se respira por estos lares, y su inflorescencia rosada. Desde una posición de altura, se tiene una visión más global del escenario natural del fondo del valle, las pozas que jalonan el curso del agua, los pequeños saltos de agua donde la transparencia del agua se torna blanca, con matices turquesas en las modestas turbulencias de algún remolino, al embestir contra las piedras...los sonidos en onomatopeyas con sus "glugluteos " incesantes de fondo... no encuentro las palabras adecuadas para describir tanto gozo y tanta belleza -y tan cerca, tan cerca-. A medida que nos separamos de la orilla y vamos remontando la pared, la vegetación va cambiando, mezclándose con especies típicas del bosque mediterráneo, como pinos (pino pinaster), robles, encinas, jaras, jarillas, gamones, olivillas, lavanda o cantueso con sus penachos morados y tiesos -como las plumas de los guerreros comanches-; en definitiva, de gran valor ecológico y que puede resultar de gran interés para botánicos, ornitólogos, ecologistas...y para todos los amantes de la naturaleza, para todos aquellos que saben disfrutar de ella y con ella, en armonía y convivencia. En el recorrido nos encontramos con varios puentes (pasadizos) de maderos ensartados para salvar los numerosos regatos, algunos no en muy buen estado, por lo que hay que cruzar con cuidado; sin embargo, impresiona y llama la atención el espectacular puente de madera que cruza el río para continuar por la otra orilla, su altura es considerable respecto al fondo del cauce - fotos para recordar e ilustrar, una muestra del momento-.  Tras cruzar al otro lado por el puente colgante, nos encontramos una tablilla señalizando distintas opciones en la ruta, una marca la dirección hacia Arenas de San Pedro, hacia el Norte, y la otra, rumbo Sur, hacia El Puente Viejo de Pelayos- Poyales del Hoyo- Ermita de Los LLanos. Giramos a la izquierda, rumbo Sur, para volver al punto de partida, y nos encontramos con una maratón CICLISTA de MTB, "Gredos Sur", dado que este tramo de la ruta es ciclable, por lo que debemos estar pendientes de los ciclistas que se nos acercan por detrás, cuyo pelotón marcha muy disperso, el sendero se ensancha transformándose en camino con firme pedregoso e irregular, entre altos pinos, y así hasta llegar al Puente Viejo de Pelayos, de sillares pétreos y singular, con foto para adjuntar, seguimos bajando por la orilla derecha de la garganta Pelayos, encontrándonos con numerosos majuelos o espino albar, con sus florecillas blancas abiertas, loros, durillos, robles..., y a medida que nos alejamos progresivamente del cauce y nos adentramos en el pinar, van siendo sustituidos por brezos, las jaras con sus radiantes flores blancas rayadas, sus parientes las jarillas con pétalos blancos más reducidos y corazón amarillo, y sobresalen, las retamas negras con sus pendientes amarillos. Abandonamos la ancha pista forestal que se dirige hacia Poyales y tomamos a la izquierda la senda correspondiente a la ruta de los pescadores en su tramo final que discurre por una zona de llanos, entre praderas y cercados, pastizales con altas hierbas y flores de múltiples colores, también en los vallados o linderos sobresalen las lindas corolas de las rojas amapolas, mientras de la espesura de los zarzales salen las notas aflautadas del ruiseñor , que continuamente canta y canta en su cortejo... Observamos a lo lejos, el ábside y campanario de una edificación en ruinas correspondientes a la Ermita de Los LLanos, que se ubica en una finca privada donde actualmente se levanta un hotel rural o casa rural. Aquí finaliza nuestra ruta, alcanzando nuevamente el conocido puente, denominado Puente de Los LLanos, levantado hace ya muchos años sobre el río Arenal, punto y final. Solo falta exclamar: ¡Un gran acierto, haberla descubierto! ¡Te la recomiendo!
Ruta de senderismo circular, dificultad media, no aconsejable en su primera parte para niños menores de 10 años, distancia aproximada de 12 km, tiempo aproximado de unas 4 horas a ritmo lento. Estación del año aconsejable: primavera y otoño.






































domingo, 16 de abril de 2017

MOLINO MONTOYA DEL RÍO TIÉTAR (NAVALCÁN)

MOLINO MONTOYA DEL RÍO TIÉTAR (NAVALCÁN)

A las 8:30 del día 16 de abril, en el habitual lugar de salida, siete caballeros pertrechos y dispuestos a seguir a su Maestre, ausente su Presidente. Buena temperatura y cielo enmarañado, por lo que el sol no calienta en tono mayor. Ponemos rumbo norte, por el camino de Navalcán y dejado atrás el casco urbano nos adentramos en Trujillanos, hermosa dehesa asemejanza de las extremeñas, el rocío se esparce sobre la hierba, vamos pedaleando a ritmo lento y pausado, al río Guadyerbas llegamos pero no lo atravesamos, optamos por no mojarnos y renunciamos, por lo que desandamos un tramo y un sendero paralelo al cauce del río tomamos y con una conocida portera nos topamos, esta vez no necesitamos saltar dado que la alambrada cortada está. Así, por el puente de la Cañada Real salvamos las aguas del río y por la vía pecuaria enlazamos con el camino de Navalcàn hasta alcanzar la localidad, la circunvalamos y atrás la dejamos. Por el carreterín de Los Motores nos alejamos, con la vista puesta en la majestuosa Sierra, el Maestre e Ilde se han adelantado, mientras tranto, en el grupo perseguidor se produce una deserción, Roberto se da la vuelta para realizar tareas domésticas. Estamos a la espera, en la bifurcación con un camino que sale a la derecha, canta el cuco en medio del encinar,  los pajarillos hacen el coro, el color de la primavera lo inunda todo; por fin se incorpora el resto del grupo, por el camino de la derecha nos desviamos y hacia el Tiétar nos acercamos, el último tramo de bajada el firme de la senda se cubre de hierba, requiere prudencia y habilidad para evitar incidentes, pues es fuerte la pendiente, la frenada es permanente...Centrados en la bicicleta, nos despistamos y nos equivocamos de trazado, yendo a parar a otro lugar, a orillas del río estamos pero el Molino no encontramos,  no reparamos y nos colamos.
Nos reagrupamos, nos miramos, y :
- ¿Maestre dónde estamos? Otra vez nos has perdido.
- Ya, ya lo he visto. Pero no os preocupéis que estamos cerca, desde aquí veo los fresnos que crecen junto al Molino, ahora remontamos por el sendero ribereño y lo logramos.
Tras recorrer unos quinientos metros, bajo dos grandiosos fresnos lo divisamos, el estrecho sendero se halla salpicado de retamas blancas o escobeñas y altas hierbas, pues es la margen de la umbría con más humedad...Hay que salvar una escalera con las bicicletas a cuestas, lo superamos y por lo alto de la bóveda del Molino deambulamos, desde lo alto contemplamos del fluir del río, una zona de rápidos, de aguas bravas, nos sorprende la fuerza de la corriente. El paraje es espectacular, disfrutamos del momento con el avituallamiento, descansamos y la bici retomamos. Ahora toca afrontar el tramo de ascensión de mayor dureza, por una senda de vegetación cubierta, con retamas negra y blanca a los lados, penden sus flores aladas pareadas, amarillas y blancas, se intercalan las lavandas o cantuesos con sus pináculos morados, todo ello entre herbáceas con distintos tonos verdes...pero la cuesta cuesta, las fotos lo captan y demuestran, nos obstante, tras el esfuerzo coronamos y continuamos, enlazamos con el carreterín de Los Motores, nos incorporamos al susodicho camino con un firme mejorado; sin embargo, las nuevas rampas nos pillan ya cansados y el Maestre descolgado, Ilde y Jesús vuelven al rescate y con el empujón posibilitan la incorporación, juntos marchamos por en medio del casco urbano, de la localidad de Navalcán. Seguidamente, optamos por cambiar, y hacia Parrillas marchar, carretera y manta hasta la plaza, giramos a la izquierda por el camino de Velada, el grupo avanza, nos incorporamos al Cordel de Ganados, volvemos a girar a la izquierda para enlazar con el camino de Parrillas a Mejorada, abrimos la portera y nos adentramos en la Aliseda, cruzamos el Guadyerbas, en su orilla destacan los espinos albares o majuelos con sus flores blancas y aromas frescos, vuelve a cantar el cuco, pedaleamos con gusto, Carniceros avistamos y atrás lo dejamos, el caserío de Trujillanos con sus gallináceas en el camino, dicen que con gallos zararíos, una cigüeña sobrevuela nuestras cabezas, y en lo más alto planea el Milano. Después, arroyo Los Huertos, camino de Navalcán con su rampa terminal, el que suscribe va fatal, vuelven al rescate los escuderos de "antes", y con el nuevo empujón se soluciona la situación. Llegamos al pueblo sin pasar por el centro -para evitar la procesión con todo el mogollón-, alcanzamos la meta que se halla en la Escuela, lugar en donde estiramos y nos relajamos. 
Ruta: 55 km . Tiempo: 4 horas. Dificultad: media, pero exigente.