martes, 26 de abril de 2016

EL CHORRO DEL PEDROSO

EL CHORRO DEL PEDROSO

Como se había planificado, el domingo 24 de abril, a las 8 de la mañana se pone una avanzadilla en marcha, integrada por cuatro avezados caballeros veleños, con misión exploratoria, abriendo el camino y tratando de ganar terreno para distanciar al grueso del grupo venidero -que habría de partir media hora después del primero-. Pronto avistamos la casa de Postas sita en la A-5, cruzamos por lo alto del puente la autovía y sorpresa: nos quedamos con la boca abierta, pues hallamos al otro lado un 4x4 abandonado, tal vez robado...tras el reconocimiento de rigor y  "pesquisas" marchamos a toda prisa, pues el Maestre se había adelantado sin percatarse del incidente, tiempo de espera para fotografiar "al Maca, a Goyo y Chema" en la Cañada Leonesa Oriental, un paisaje de estepa en primavera, en un momento en el que el sol se despereza y los primeros rayos mengua la capa de rocío que cubre las hierbas, a su vez una lámina superficial del agua estancada espeja la luz en su zona de incidencia.
Levanto la vista y me doy cuenta que al fondo del encuadre sobresale majestuosa la Sierra de Gredos con sus cumbres nevadas, es el momento de accionar el disparador y captarla, obteniendo así a lo largo de La Cañada numerosas fotografías dignas de ser enmarcadas -hoy sí, el Maestre ha dispuesto de tiempo para tomarlas-. Más adelante, la vida a raudales de plantas y animales embellecen "la campa" de la estepa castellana, los ánades reales con sus vivos colores -macho- emprenden el vuelo a nuestra llegada, en multitud de charcos y arroyadas, las lluvias caídas en los últimos días anegan de agua las zonas bajas de la Cañada, por lo que el lodo y barro depositado en el fondo se adhiere a las ruedas y cadena de las burricletas, a veces resulta difícil circular...poco a poco va a más, la cadena de Goyo empieza a atascarse cuando tensa y aprieta, lo que nos obliga a parar para intentar solucionar, encontramos un mechón de lana que utilizamos para limpiarla, aunque de manera momentánea.


Continuamos con la marcha contemplando los sembrados de los campos, teñidos de un verde más claro, para nuestra sorpresa emprenden el vuelo unos sisones en pareja, destaca su rápido aleteo dejando al descubierto bajo las alas sus plumas blancas; seguimos pedaleando por la Cañada abajo, ahora son perdices las que corretean por delante de nuestras narices, cigüeñas en las charcas a la captura de las ranas, también la codorniz se suma a la biodiversidad faunística de la estepa cerealista, más adelante el cernícalo con su característico aleteo se cierne en lo alto permaneciendo en un punto estático, observando a una posible presa en potencia; y como cierre una liebre corretea alegre. La exuberante vegetación de gramíneas y demás herbáceas coloniza la Cañada, una extensa gama de verdes correspondientes al follaje de las plantas adornan la estampa, con el cromático aderezo de las flores, una abanico de colores que se mezclan y complementan: el rojo de las amapolas, el amarillo de los dientes de león, el azulado de los farolillos, el morado de las coronas de los cardos, el blanco de las margaritas...y "otras tantas que yo no me sé"; sin embargo, al acercarnos a Alcolea de Tajo, aparece una campo de cultivo vestido de amarillo,  pues las inflorescencias muestran un tono de amarillo muy vivo. A la pregunta de los compañeros de qué era aquello, les respondo sin dudarlo: "¡colza!"; ellos dubitativos y extrañados comentaron que para qué se utilizaba, les dije que, principalmente, para aceite industrial. En ese momento, unos gritos y silbidos llegan a nuestros oídos, se trata del sexteto escoba que salió después de media hora, llegan pletóricos y sudorosos hasta nosotros, lo han logrado y nos han alcanzado, mientras tanto, es el turno del mecánico, entra en acción Roberto y soluciona el entuerto, es un problema de suciedad y se requiere una limpieza general, hay que continuar así un poco más, hasta la gasolinera de Puente sino hay inconveniente...
Recorremos una de las calles sita en las afueras de Alcolea, atrás dejamos el casco urbano y por el puente denominado de "Las Cañadas" -puente medieval, de la Baja Edad Media- circulamos, además aprovechamos para fotografiarlo, pues se trata de una construcción singular que merece la pena captar. En la gasolinera de la entrada nos detenemos y a la limpieza de las burricletas procedemos, agua caliente con detergente a presión, un buen lavado para quitar todo el barro acumulado; finalizada la operación, pedaleamos y llegamos al centro de la población, ante el panel cerámico bellamente decorado nos agrupamos para fotografiarnos, en el rótulo se lee "Villafranca de La Puente del Arzobispo" , tras lo cual, nos disponemos a continuar. Avistamos y cruzamos el emblemático puente medieval -mandado construir por el Arzobispo Pedro Tenorio en la 2ª mitad del siglo XIV- que dio nombre a la localidad; en el extremo opuesto tomamos un camino paralelo al río, que se convierte más adelante en sendero -pegado a la orilla del río Tajo-,

y desde la distancia divisamos los ojos concatenados que conforman el majestuoso puente pétreo y los molinos sitos en la otra orilla, nos llama la atención el caudal y fuerza del agua cuando rebasa el muro de la presa...seguimos pedaleando, ahora nos incorporamos a un angosto sendero en el que crecen unos cuantos majuelos (espino albar), que se hallan en flor, con un olor y color característico, que resulta agradable, también unas diminutas orquídeas amarillas, endémicas de la zona, conocidas con el nombre de "zapatitos de la reina"...y a lo lejos, en lo alto de la colina, se aprecia la silueta de los restos de muralla de la Ciudad de Castros (Bereber). Sin embargo, lo que en esta ruta nos interesa es alcanzar el ansiado Chorro, y tras recorrer una distancia aproximada de 2 Km. desde el extremo sur del puente, llegamos al paraje que buscábamos, dejamos las burricletas apoyadas en alguno de los bolos de granito, y por un serpenteante sendero descendemos hasta el fondo de la barranca, hasta el lecho del arroyo "El Pedroso", aquí podemos contemplar el espectacular "Chorro del Pedroso",
con una altura de unos 4 m. cae una cortina de agua y al estrellarse sobre la roca de granito salpican centenares de gotas  que salen despedidas disipándose en el aire. Esta vez desechamos la idea de acercarnos hasta la poza o remanso que conforma, pues la cantidad y fuerza del agua hace imposible el acercarnos sin empaparnos -en veces anteriores sí lo hicimos-, por esta vez desde cierta distancia está bien, ahora toca hacer fotos de este lugar tan maravilloso, se trata de un roquedo de granito fino, muy resistente, pero diaclasado, por donde fluye el agua y erosiona la roca, que asiste al duelo de un avance implacable oteando desde las alturas, así herido pero firme se eleva  desafiante el torreón del Burcio. Poco después, el arroyo El Pedroso vierte sus aguas en el río Tajo. Confieso que una vez más, después de la vivencia de contemplar, me he vuelto a emocionar (no importa el cansancio, no importa el esfuerzo, quiero vivir el momento, y dar las gracias, cómo no, a mis escuderos). Al mismo tiempo, ingerimos plátanos, barritas, frutos secos y otros alimentos del avituallamiento, nos hidratamos con el agua que portamos. Y después, toque de diana, cogemos la bici de mala gana, hemos de volver a casa otra vez, engrasamos cadenas y ejes, para que a ser posible, dar pedales no nos cueste -bueno, que vaya más ligera la bicicleta, pues la GT del Maestre es burricleta vieja-. El retorno lo proyectamos por el camino de Alcañizo, que tendrá menos barro y  el firme estará más alisado; nos ponemos en marcha por un camino que discurre entre las fincas de Pozuelo y Botas, la cabeza de la escuadra se desboca y se distancia de la cola, a Alcañizo llegamos, la población atravesamos, carretera local hasta la nacional, tomamos la vía de servicio de A-5 en sentido Calera, pasamos una gasolinera, avistamos la Casa de Postas y el Puente por donde hemos de desviarnos hacia Velada y Gamonal, ya no puedo más y el fiel escudero me ha de empujar, así empujón con empujón se pedalea mucho mejor, ya estamos en la carretera que nos conduce a nuestra tierra, los dos gamoninos se despiden y se van, y los demás hasta Velada hemos de continuar; por fin llegamos, el Maestre en la cola solo se ha quedado, pero a la espera está el amigo Víctor, juntos estiramos y charlamos.
RUTA DEL CHORRO.- Distancia: 75 Km. Tiempo: 5 horas. Track de la ruta: wikiloc "deil".