martes, 2 de junio de 2020

TALAVERA DE LA REINA "LA CIUDAD DE LA CERÁMICA"


 Pueblos celtas en la Comarca. 

Situada al noroeste de la provincia de Toledo, en la orilla derecha del río Tajo, sobre una extensa terraza fluvial, conformada en torno a la desembocadura de su afluente, el río Alberche, la ciudad cuenta, aproximadamente, con unos 85.000 habitantes y sus orígenes, a decir de algunos estudiosos y/o historiadores, se remontan a un primigenio asentamiento vetón de la Edad de Bronce, conocido con el nombre de Talabriga; pueblo celta que dejaron su huella en megalitos (menhires y dólmenes) y esculturas zoomorfas “Verracos”.
 Caesaróbriga romana. 

En el siglo II a. C. la comarca cae bajo dominio romano, y tiene lugar la fundación de la ciudad de “Caesaróbriga”, se fortifica y florece, convirtiéndose en centro político y económico de la zona (agricultura, ganadería y comercio). 
Algunos de sus vestigios: trazado del primer recinto amurallado, cepas del puente romano sobre el río Tajo, la ”domus” romana… El culto a Ceres, diosa de la agricultura, adquiere gran relevancia, y en su fiesta los ciudadanos en cortejo llevaban al templo ofrendas “munda cereris” (cereales, cera y flores). En la actualidad, la fiesta de las “mondas”, rito cristianizado en honor a la Virgen del Prado, está declarada de interés turístico nacional. 
Ébora visigoda. 
Durante la dominación visigoda en la Alta Edad Media, la ciudad toma el nombre de “Ebora”, se consolida el cristianismo, y por el apoyo prestado a su causa, el rey Liuva II, en el año 602 d.C.,  regala a la ciudad una imagen de la Virgen, tallada en madera, que se instala en lo que debió ser antes el templo de Ceres, convirtiéndose así en “Ermita de Nuestra Señora La Virgen del Prado”. Y la fiesta de mondas cambia de culto, de la diosa Ceres a la Virgen del Prado. 


 Talavaira árabe. 
En el año 712, los árabes liderados por Tarik conquistan la ciudad, pasando a denominarse “Talavaira”. Se refuerza la fortificación de la plaza con imponentes murallas –las más recias y altas de toda la Península-, y se construye una alcazaba. 
Se erige en un enclave estratégico de gran importancia para el califato de al-Ándalus, como zona de paso a la meseta norte. 
El primer recinto amurallado contaba con tres puertas de acceso: Puerta del Río, Puerta de Mérida y Puerta del Arco de San Pedro. En su población conviven musulmanes, judíos y mozárabes.


Talavera de la Reina cristiana.
Durante la Reconquista cristiana, el rey Alfonso VI, en el año 1083, arrebata a los árabes la ciudad, reforzando sus murallas con 47 torres albarranas. Sancho IV, en el año 1294, otorgó el privilegio para realizar dos ferias (mercados) al año, que se corresponden en la actualidad con las ferias de San Isidro y San Mateo, convirtiéndose en importante centro comercial de la Comarca.
Como regalo de bodas, el rey de Castilla Alfonso XI hace entrega de la ciudad a  su esposa Doña María de Portugal, tomando el nombre de Talavera de la Reina. 
Durante la Baja Edad Media, con la reconquista cristiana de la ciudad, acuden nuevos pobladores, que se instalan en los “arrabales” (en las afueras del núcleo urbano originario), construyéndose el 2º y 3ª cinturón amurallado con nuevas puertas: Puerta de Zamora, Puerta de Toledo, Puerta de Sevilla y Puerta de Cuartos. Se edifican suntuosos palacios, conventos e iglesias: Colegiata de Santa María, El Salvador, Santiago El Nuevo, Santiago El Viejo, Santa Catalina (Jerónimos)…

Se reconstruyó en varias ocasiones el Puente Viejo (“romano”), su construcción definitiva es medieval y data de 1483. También en esta época se construyó otro puente sobre el río Alberche para mejorar la comunicación con Toledo y Madrid.  

Edad Moderna: Cultura y Arte.
Durante el siglo de oro de las letras en España, el que fuera Alcalde de nuestra ciudad, Fernando de Rojas, escribió “La Celestina” (S.XVI). Fray Hernando de Talavera, confesor de la reina Isabel I y escritor. El Padre Juan de Mariana, nacido en Talavera, escribió “La Historia General de España”.  Gabriel Alonso de Herrera, agrónomo, escribió “Obra de Agricultura”.
La cerámica de Talavera (de renombre internacional) adquiere un gran prestigio, Felipe II  encarga la azulejería  del  Monasterio del Escorial ,  y  en la decoración de la Basílica del Prado existe una amplísima representación (zócalos). En el siglo XVIII, el rey Fernando VI manda instalar en la ciudad La Real Fábrica de la Seda, y en la zona se plantan numerosas moreras.
Edad Contemporánea: fechas históricas.
A principios del siglo XIX, durante la guerra de la Independencia, tuvo lugar la batalla de Talavera (o de Medellín), el 28-07-1808, entre las tropas francesas y las anglo-españolas, con resultado incierto. Tras el repliegue posterior de los ingleses, los franceses vuelven a tomar la ciudad y desencadenan fuertes represalias, con quema y devastación de buena parte del patrimonio talaverano.

En el año 1876, la línea de ferrocarril Madrid-Malpartida de Plasencia llega a Talavera de la Reina, contribuyendo a la mejora de las comunicaciones y la modernidad.
En el año 1908 fue inaugurado un nuevo puente sobre el río Tajo, conocido como El Puente de Hierro, que lleva  el nombre de Puente Reina Sofía. En nuestros días existen 5 puentes sobre el río Tajo. El gran  auge demográfico tuvo lugar con la construcción del Canal Bajo del Alberche y puesta en marcha de los regadíos (1950), supera en la actualidad los 85.000 habitantes, siendo la segunda ciudad más poblada de Castilla-La Mancha y el comercio la actividad económica más importante. 
LA CERÁMICA DE TALAVERA DE LA REINA "PATRIMONIO DE LA HUMANIDAD"
En fecha de 11-12-2019 la cerámica de Talavera fue declarada por la UNESCO Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, bajo la denominación de  “Procesos de fabricación de las Talaveranas artesanales de Puebla y Tlaxcala (México) y Cerámica de Talavera de la Reina y Puente del Arzobispo, lo que supone un reconocimiento de la más alta Institución de la Cultura a nivel Internacional.
Edad Antigua: Época Romana.
Para buscar los orígenes de esta tradición artesanal ancestral hay que remontarse a la Edad Antigua, en época romana, donde la ciudad de Caesaróbrica se convirtió en un centro político y económico importante. Su situación estratégica, en el centro de la Península Ibérica, y la fertilidad de sus suelos en la vega del río Tajo, generó una riqueza basada en la agricultura, la ganadería y el comercio. Y por lo que se refiere a la cerámica, la ribera del curso medio del río Tajo con materiales sedimentarios de origen aluvial, ricos en arcillas, arenas finas y, el valioso recurso del agua, proporciona las materias primas propicias para el surgimiento y desarrollo de la alfarería. Los primeros alfares datan de esta época, fueron alfares romanos. Se han encontrados restos de piezas de cerámica “Terra Sigillata”: fragmento de un punzón con marca de alfarero elaborado con el borde de un plato de “sigillata hispánica, gravado con letras el nombre o sello de autor; fragmentos de moldes de cerámica, fragmentos de platos de torno vitrificados y de un vaso decorado con relieve de Terra Sigillata Hispánica; y junto a estos fragmentos, también se hallaron adobes vitrificados y arcillas (S. I-II d.C). 
Edad Media: El legado ceramista árabe.
En el año 711 d.C. los árabes se adueñan de la ciudad, y toma el nombre de Talavaira, permaneciendo bajo su dominio hasta la toma de la ciudad por los cristianos en el año 1083 d.C.  Durante estos casi cuatro siglos, la alfarería cerámica prolifera y se multiplican los talleres artesanos con los hornos morunos, adoptándose los patrones y técnicas ornamentales árabe, con la incorporación del vedrío (cubierta vítrea), de marcado influjo oriental en sus orígenes. La población hispano-musulmana de la Baja Edad Media, tras la reconquista, mantuvo la tradición de la ornamentación decorativa árabe, siendo los maestros artesanos mudéjares quienes destacaban en este artístico oficio. Y fueron estos maestros artesanos, mudéjares y moriscos, quienes, con su técnica de vidriado estannífero (blanco opaco) para el recubriendo del cuerpo cerámico y su decorado con colores metálicos, sentaron las bases de la policromía ceramista, y representan los orígenes, de la cerámica tradicional de Talavera. Como técnicas decorativas mudéjares, de cerámicas vidriadas,  destacan: la de cuerda seca, la  de arista (o cuenca), el esgrafiado y el reflejo dorado. Y los colores predominantes: verde, negro manganeso y azul, sobre un fondo melado o blanco.
Edad Moderna: La Edad de Oro de la Cerámica Talaverana.
Durante los siglos XVI (2ª mitad) y XVII tiene lugar el florecimiento y expansión de la tradicional “cerámica renacimiento” de Talavera de la Reina, tanto de la azulejería como de la loza artística, revistiendo con sus azulejos vitrificados los zócalos, frisos y murales, de Palacios, Conventos, Templos y Mansiones; y sus resplandecientes vajillas finamente decoradas surtían las despensas y vitrinas de la realeza, nobleza cortesana y burguesía adinerada de España y de distintos países europeos. Asimismo, sus productos artesanales llegaron al  Nuevo Mundo, y sus hechuras recalaron en Puebla (México), incorporando a su producción los procesos y técnicas de fabricación ceramista “mayólica” con la denominación de  cerámica “la Talavera”.

La llegada a la ciudad del  maestro ceramista flamenco Ian Floris en 1562,contratado como azulejero real por Felipe II  para decorar los Palacios Reales, supuso un salto adelante cuantitativo y cualitativo en la evolución y desarrollo de la cerámica  talaverana. Su impulso renovador con la implantación del tipo de cerámica “mayólica”,  de estilo renacentista, debido a su formación en Italia y Norte de Europa,  con la aplicación de técnicas innovadoras de esmaltado estannífero mejorado y la decoración polícroma a pincel sobre superficie plana de motivos del Renacimiento (figuras de cuerpo entero, paisajes, herrajes, grutescos, angelotes, hojas de acanto, glifos, escenas de personajes, animales, máscaras, volutas) resultó todo un éxito artístico y comercial.
La cerámica mayólica (también denominada Fayenza, por ser Faenza el principal productor) es un estilo de decoración cerámica vidriada que recubre el cuerpo de la pieza cocida con una capa de esmalte estannífero blanco y opaco, sobre la que se pinta a pincel con colores minerales de paleta de gran fuego, y después se somete a nueva cocción de baja temperatura. Se trata en realidad de una obra artística polícroma pintada en cerámica, cuya técnica de fabricación se originó en el norte de Italia. El nombre de mayólica deriva de Mallorca, dado por los italianos a los productos cerámicos hispanoárabes procedentes de dicha isla.

Contribuyó a la propagación de este tipo de cerámica “la mayólica”, surgida del Renacimiento,  la llegada a Sevilla de maestros italianos en el siglo XVI, como Niculoso Pisano. En esta época los obradores de los alfares de Talavera de la Reina y Sevilla mantuvieron una estrecha relación de colaboración en la producción de este tipo de cerámica, y a través de las rutas comerciales que partían desde su puerto la cerámica de Talavera se extendió por todas las colonias del Nuevo Mundo; y sus técnicas de fabricación de cerámica  “Talavera” enraizaron con enorme éxito en la región de Puebla (México”). La cerámica de Talavera era conocida por su calidad y belleza en toda la Península Ibérica y Europa.
La Cerámica tradicional de Talavera: sello de identidad.
Características de la cerámica renacentista (tradicional) talaverana: El baño, mediante inmersión, de esmalte estannífero (típico de la técnica mayólica) después de la 1ª cocción, que recubre el cuerpo de la pieza de un color blanco lechoso opaco; y es una mezcla de óxido de estaño, plomo, arena rica en cuarzo, sal marina y carbonato de sodio.  Seguidamente, sobre su superficie seca, se marcan los contornos del dibujo mediante estarcido con muñeca, y a continuación se aplican los esmaltes de colores de paleta de gran fuego (pigmentos de óxidos metálicos: azul cobalto, verde cobre, negro manganeso, amarillo antimonio, naranja, ocre), y se somete a nueva cocción en horno a baja temperatura (850º-1080º). En la cerámica polícroma destaca el típico azul cobalto, con el amarillo y fondo blanco brillante. 


Los motivos decorativos predominantes son los roleos vegetales, con hojas de acanto, flores, ovas, témpanos de vides, esvásticas, dardos, cartuchos; y escenas con figuras humanas, paisajes, animales, herrajes (ferroneríes)… 
Se agrupan las producciones (de loza principalmente) según su temática y color en series: 
serie de las mariposas, serie azul (blanca y azul), serie renacimiento (azul-amarillo-naranja), punteada, serie de herrajes o recortes (ferroneríes), serie esponjada, serie de helechos y golondrinas, serie tricolor (azul-naranja-negro), serie polícroma (azul-amarillo-ocre-negro-verde). 



Escritores ilustres como Cervantes y Lope de Vega ponderan la calidad de la cerámica de Talavera. 

Decadencia de la cerámica Talaverana (Siglos XVIII-XIX)
En el año 1727 se funda, por mandato del conde de Aranda y auspiciada por la dinastía de los Borbones, la fábrica de loza de Alcora (Castellón), para la producción ceramista al estilo francés, en consonancia con los nuevos gustos imperantes en la época. La incorporación de maestros franceses contribuyó a la difusión y propagación de las nuevas tendencias artísticas aplicadas a la cerámica, de gustos más refinados y recargados en la decoración, con una mayor gama de colores (paleta de pequeño fuego, decoración tipo porcelana).
En el siglo XVIII, este nuevo estilo de cerámica llega a Talavera de la mano de  pintores de Alcora, que se trasladan a la ciudad contratados por distintos alfares para trabajar y enseñar las nuevas técnicas y formas decorativas, del gusto de las clases adineradas de la sociedad (burguesía y nobleza); no obstante, pese a los intentos de adaptación a las nuevas modas, ello no evitó la crisis y decadencia de los hornos talaveranos. 
En el siglo XIX, la Guerra de la Independencia contribuyó al desmantelamiento, y casi ruina, de la actividad ceramista, debido a las represalias y atropellos cometidos por el ejército francés; y de cuya maltrecha situación no llegaría a recuperarse hasta entrado el  siglo XX. Entre las series de esta época destacan: 
de encaje de bolillos, de pabellones y guirnaldas, la alcoreña (del ramito y puntilla de Bérain), de la Guerra de la Independencia, de la Virgen del Prado.

El Renacer de la Cerámica Talaverana en el siglo XX.

En el año 1908 la empresa creada por Juan Ruíz de Luna (fotógrafo y decorador) y

Enrique Guijo (ceramista cordobés afincado en Sevilla), junto a otros socios, abre en Talavera la Fábrica Nuestra Señora del Prado, todo un símbolo de cerámica artística y orgullo de la ciudad, pues gracias, en gran parte, a sus prestigiosas obras distribuidas por todo el mundo, Talavera de la Reina es conocida como “la ciudad de la cerámica”. Contribuyó a su éxito comercial, la enorme calidad de sus producciones inspiradas en la cerámica tradicional talaverana, que Ruíz de Luna denominó cerámica “renacimiento”, de los siglos de oro (XVI y XVII), pero aportando la frescura característica de su propio sello de identidad, como la característica “greca renacimiento”. Sus creaciones artísticas se nutren de las fuentes de una erudita investigación y recopilación de modelos, técnicas, formas y motivos decorativos, e incluso de numerosas piezas, de la edad de oro de la cerámica talavera, como la característica
“greca renacimiento”. Ruíz de Luna fue adquiriendo numerosas obras de la historia de la cerámica de Talavera, que fueron el germen del  museo de cerámica, y que se hayan actualmente expuestas en el Museo Ruíz de Luna  de la ciudad. Podemos encontrar obras de cerámica con el sello Ruíz de Luna en distintas ciudades del mundo: La Habana, Sevilla, Madrid, Cádiz, Porto Alegre, Rosario de Santa Fe.


Talavera de la Reina "Ciudad-Museo" del siglo XXI
A lo largo del siglo XXI la ciudad se ha ido embelleciendo con una serie de obras de cerámica artística talaverana (azulejería) que se han ido colocando en distintos puntos de la ciudad : murales cerámicos, monumentos y revestimientos decorativos de fachadas, rotondas, mobiliario urbano, plazas y elementos arquitectónicos. Por lo que se puede hablar de un auténtico museo de cerámica al aire libre; y que ha venido a complementar lo ya existente del pasado siglo, como la  bella ornamentación de Los Jardines del Prado con cerámica Ruíz de Luna, El Parque de la Alameda, o la Plaza del Pan. La oficina de Turismo facilita un plano-guía de la ciudad con la muy interesante ruta de los murales, de visita obligada para los amantes de la cerámica.
 En fecha de 11-12-2019 la cerámica de Talavera fue declarada por la UNESCO Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, bajo la denominación de  “Procesos de fabricación de las Talaveranas artesanales de Puebla y Tlaxcala (México) y Cerámica de Talavera de la Reina y Puente del Arzobispo, lo que supone un reconocimiento de la más alta Institución de la Cultura a nivel Internacional.



Museo Ruiz de Luna.

También resulta imprescindible la visita al Museo Ruiz de Luna ubicado en el Antiguo Convento de los Agustinos del siglo XVII, donde se exponen obras muy valiosas, que son auténticas joyas de la historia de la cerámica de Talavera de la Reina, muchas de ellas de la Colección particular de Juan Ruiz de Luna Rojas, que dio origen al museo que lleva su nombre. El edificio se halla en pleno casco histórico, junto a la Plaza San Agustín, un entorno histórico y arquitectónico de gran interés, pues a su lado se encuentra también uno de los monumentos más representativos del barroco en la ciudad, la antigua Iglesia de San Agustín El Viejo,  del siglo XVII (proyectado como ampliación del museo).

Basílica del Prado: "Capilla Sixtina de la Cerámica"

Y, por último, no puede faltar una visita a la Basílica de Nuestra Señora del Prado, patrona de la ciudad y monumento declarado Bien de Interés Cultural, que es conocida como “La Capilla Sixtina de la Cerámica”, por la cantidad y calidad de azulejería cerámica talaverana que alberga, pues sus azulejos decorativos, que van desde el siglo XVI al XX, revisten muros, púlpitos, altares, retablos y demás elementos del edificio. Construida entre los siglos XVI y XVII, presenta estilos Renacentista y Barroco. En el Pórtico de la entrada principal se encuentra un gran zócalo corrido de azulejería polícroma talaverana del siglo XVI, procedente de la desaparecida iglesia de San Antón, con distintas escenas de Jesús y de San Antonio, enmarcadas por cenefas de ovas, dardos, florones, hojas y roleos. Quizás la más famosa es “El Friso del Emperador”, en la que aparece el Santísimo Cristo  recibiendo a los Tercios Españoles, con su capitán arrodillado (confundido con el Emperador por su parecido, de ahí su nombre). 
En su interior, los azulejos de las naves laterales adornan sus paredes con distintas escenas religiosas inspiradas en las Sagradas Escrituras y en la vida de Santos. 


Y en el prebisterio se halla el retablo de San Antón, una verdadera joya de la cerámica Talaverana del siglo XVI, procedente de la desaparecida Ermita de San Antón.