NUEVA ÉPICA: GUADYERBAS Y TIÉTAR
Nubes altas, ambiente templado, año 2016, día 15 de mayo, momentos de espera mientras la escuadra se concentra, y un nuevo reto en el pensamiento, la propuesta: la crecida del río Tiétar en tierras navalqueñas, a la altura del molino Montoya, una auténtica joya. A las 8:30 pasadas iniciamos la marcha, cruzamos la plaza y dejamos atrás nuestras casas. Enfilamos el camino de Navalcán, me sitúo en cabeza con el ánimo de disfrutar contemplando y escuchando el latido de la naturaleza, plena de belleza con tantas lluvias caídas en esta húmeda primavera; pronto escucho el canto del ruiseñor en la sauceda contigua al camino, más adelante, en el arroyo de Los Huertos, ruiseñor y verderón se alternan, todo marcha sobre ruedas.
Nos adentramos en la dehesa de Trujillanos, a destacar los numerosos charcos que anegan el camino y los prados vecinos, qué suerte -me digo, mientras miro-, una pareja de patos levantan su vuelo, muy cerca, desde la misma cuneta..la dehesa rebosa agua por todos los lados, los pastos están muy altos y asistimos gozosos a una eclosión de vida en el característico bosque mediterráneo adehesado: los animales domésticos -bovino y equino- se mezclan con la fauna salvaje en un encinar bien conservado. Hemos de decidir por dónde cruzar el próximo curso fluvial, se trata del río Guadyerbas a su paso por nuestras tierras, no hay dudas, decidimos afrontar el reto por la Aliseda, pues su lecho cuenta con una solera hormigonada que facilita el paso de vehículos agrícolas; por tanto, nos dirigimos hacia allí, vadeamos el arroyo de la Aliseda, remontando la senda de ribera que discurre entre el bosque de galería -una densa fresneda- y el encinar, con numerosos alcornoques entre las encinas;
uno de los compañeros -Angel Charquitos- nos alerta, "una cigüeña negra", levanto la vista mas no la diviso, es una pena...después contemplo en vuelo unas garzas reales, cigüeñas blancas y cormoranes; a su vez, el sol se ha abierto paso entre las nubes, las ahuyenta y nos regala una mañana espléndida, una "luminosa mañana de primavera en el corazón de la foresta", hablamos, comentamos, pedaleamos emocionados, vamos disfrutando del maravilloso paisaje que nos rodea; pero de pronto, al llegar al lugar por dónde había que cruzar, nos quedamos helados, sorprendidos, impresionados, al observar cómo la crecida del río ocupaba con sus aguas completamente el amplio cauce, que en este tramo se abre y mucho se extiende..."¿y ahora qué?, gritaban algunos, ¿cómo cruzamos? nos preguntábamos. Era tal la perplejidad, que el Carpi y el Presi, decidieron renunciar, dieron media vuelta y "patrás"-debieron pensar que era lo más acertado y se marcharon, nos abandonaron-; ante la renuncia del Presidente, toma el mando su "lugarteniente", El Gran Maestre, también conocido como "El Águila de Alcañizo-, decide dar ejemplo y se prepara para épico acontecimiento, espolea a su indómita burricleta -la archiconocida GT- y se lanza como el ingenioso Don Quijote contra la corriente del crecido río, abriéndose paso entre sus aguas, emulando al Gran César y proclamando a los cuatro vientos su célebre frase "alea iacta est" (la suerte está echada, que dijera al pasar el Rubicón), cruzando victorioso el furibundo Guadyerbas, toda una proeza, que figurará por siempre en los anales del Club MTB Velada como nueva hazaña épica (rememorando aquella histórica del 24 de enero de 2010, denominada la "gloriosa", más espectacular, con lluvia, si bien, fue a pie, y con las burricletas a cuestas).
El resto de caballeros siguieron el ejemplo, unos a pie, otros montados, todos cruzaron; luego, después, a secarse los pies, de nuevo calzados y preparados, nos alejamos, circulamos por la finca de la Aliseda, tomo una ligera ventaja y me detengo bajo un quejigo centenario, con una enorme copa, a la espera de la escuadra para fotografiarla mientras avanza, entre los gruesos troncos que enmarcan el trazado del sendero; más adelante toca abrir una portera, acompañada de jaras con sus radiantes flores blancas.
Tomamos el cordel de ganados y por el camino parrillano nos desviamos, me detengo en un alto, porque las vistas merecen fotografía, destacan las casas blancas de Parrillas sobre un fondo espectacular, la Sierra de Gredos con sus cumbres nevadas -hay que recordar que estamos a mediados de mayo-;
a continuación nos dirigimos a Navalcán por el paseo habilitado junto a la carretera, siguiendo su trazado, atravesamos la localidad y transitamos por el camino de los motores rumbo norte,
contemplando en todo momento la grandiosidad de la sierra, sus cimas nevadas captan nuestras miradas, nos desviamos por un camino secundario que sale a nuestra derecha y que se va estrechando según baja hacia el valle del río Tiétar, su firme también va empeorando con numerosas roderas y canaladuras que ponen a prueba nuestra pericia, hasta que por fin avistamos el cauce del río, sus corrientes de aguas bravas sacuden con fuerza los tropezones rocosos que se interponen en barrera y brincan, saltan, se encrespan...vídeos y fotos de portada, el paraje nos envuelve, nos atrapa, bordeamos el molino, alguno en lo alto de la cubierta se encarama, nos acercamos a la orilla,
tomamos un montón de fotografías del Molino Montoya a la vera del río, del fluir de las aguas bravas del Tiétar y del estrépito que resuena...Nos sentamos, contemplamos, disfrutamos, tomamos alimento y, tras el respiro o descanso, nos marchamos. Toca subir por el empinado sendero hasta coronar el cerro, numerosas plantas en flor, destacan los colores morados del cantueso, también las cabezuelas amarillas que motean las verdes praderas; pero no es momento para la contemplación, nos falta
el aliento, pues la subida requiere mucho empuje y esfuerzo, aún así, no puedo seguirlos, me descuelgo...luego, más arriba, en el camino ancho, les alcanzo de nuevo, y con la ayuda de uno de mis escuderos recobro las fuerzas y me integro.
Llegamos a Navalcán, por sus calles una charanga de trompetas y clarinetes al acercarnos nos saluda dándonos la bienvenida al son de una marcha marcial, los lugareños, a ambos lados de la calle, nos hacen el paseíllo mientras aguardan a la comparsa...
bordeamos la iglesia y circulamos a todo trapo
por el asfalto, carretera en dirección a Parrillas pedaleando a toda prisa, ya llegamos, casi me paso, giramos a la derecha para enlazar con el camino de Velada hasta la Cañada, después por el camino de Parrillas-Mejorada, para volver de nuevo por la Aliseda,
y cruzar por el paso hormigonado el Guadyerbas, que nos volverá a poner a prueba, esta vez ungidos por el bálsamo de la experiencia, Frente al río nos hallamos, pasa primero el Martín "El Fiero" para grabarnos, luego El Gran Maestre liderando seguido de sus caballeros, nos reagrupamos al otro lado y nos dirigimos a la casa de la labranza, pero en el repecho de la cuesta Víctor rompe la cadena, ha tensado demasiado y un eslabón ha quebrado, pero ausente Roberto "el mecánico", es Ángel Charquitos quien arregla el desaguisado, una vez reparado seguimos pedaleando, una pareja de alcaravanes abandona su nido y se aleja -recuerdo de infancia, me contaba mi abuelo algo así: "alcaraván comí, será a otro tonto pero no a mí";
tomamos una ruta alternativa, giramos a la izquierda hacia la fuente del "Acirate" por el camino que conduce a la fresneda, pero hemos de cruzar su arroyo que parece hondo, uno tras otro lo intentamos y lo cruzamos,
después enlazamos con el camino del Toril en sentido sur hacia los llanos de Velada y el Molino de Viento, otra vez que me descuelgo, esta vez no está Roberto, mi escudero, y le sustituye en el puesto Cristóbal Rituerto, que soluciona el entuerto, y con la ayuda de Angelito Charquitos, empujón más empujón alcanzamos al pelotón, la cuesta coronamos y nos reagrupamos. Por fin, unidos y bien avenidos, entramos contentos en las calles del pueblo, mejor dicho, de la muy leal y noble villa; no obstante, metros antes de la línea de meta, tiene lugar un disputado "sprint" entre Charquitos y el Maestre, alzándose con la victoria de la etapa el caballeroso Angelito, quien lo tiene merecido; si bien, en lo más alto del podio se eleva alzando su vuelo "El Águila de Alcañizo", cuya hazaña se convertirá en un hito (je, je, je...¡qué bien!, como Juan Palomo, "yo me lo guiso, yo me lo como". (Ruta: memorable//Distancia: 52 Km //Tiempo: 4:30 horas)
P.D. Se adjunta una foto del Presi, correspondiente a la memorable épica del pasado: El paso del río Guadyerbas bajo la lluvia.
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