En la villa de Velada, siendo la 8.30 horas del 22 de mayo, una decena de valientes caballeros, con el bautismo de uno nuevo, en el lugar habitual de salida, inician la partida, una vez aceptada la arriesgada propuesta del Gran Maestre: abrir nueva ruta explorando el tradicional camino, que se halla desaparecido, de Cervera a San Román, otra odisea más. Nos preguntábamos, mientras el alto de La Gamonosa escalábamos, cómo habría de terminar tan disparatada aventura, con comentarios de "es una locura", "vayámonos por otro lado", "de Cervera a Sotillo es más apropiado"...; pero el Gran Maestre se mostraba firme e inflexible: no se puede posponer más, es el día elegido para acometer el tan cacareado reto pendiente: explorar el paso entre los montes, de Cervera a San Román por el camino y cañada tradicional. De pronto, mirada al frente, y un encierro de vacas parece, sus mugidos nos alertan y orillamos las burricletas, la escuadra permanece quieta, pero avanzan furibundas y el maletilla Chema las burla, encaramándose en lo alto del burladero pétreo -muro del cercado levantado a los lados-; pasado el susto, se cohesiona de nuevo el grupo, cruzamos la villa zorrera de Mejorada por sus céntricas calles y por el camino de Segurilla alcanzamos la vecina villa, apodada cagarrache, ambas muy honorables, con sus caminos abiertos y transitables.
La bordeamos por el norte enlazando con el camino de Los Leñadores, vía estrecha que discurre entre muretes de piedra, también abundan dispersas en el firme irregular del trazado pero que aportan atractivo y encanto; seguidamente, nos adentramos en un conocido sendero muy estrecho emparedados de zarzas a ambos lados, mas como jinetes expertos salimos ilesos, salvo algún pinchazo en piernas o brazos...después atravesamos la hermosa pradera con sus altas y frescas hierbas, vadeamos el regato y hacia Cervera nos encaminamos, salimos al carreterín y tras bajada nos hallamos allí, es el momento de decidir, a Sotillo o proseguir; el Carpi no lo ve claro, reserva sus fuerzas y da media vuelta. El "tontom" del Gran Maestre marca "de frente", no lo dudamos y por el arroyo avanzamos, atravesamos el pueblo, giramos y la burricleta de Víctor, que es potranca con fuerza, se lanza hacia la cuesta, se trata de la subida al Calvario, pero la ruta iba para otro lado, nos agrupamos, preguntamos a un aldeano y nos orienta por donde vamos; pero su comentario cae como "jarro de agua fría", que el camino de Cervera a San Román ya no existía -buff!!! más difícil todavía-.
Lejos de desanimarnos, continuamos pedaleándo, además por un tramo de camino conocido, llegamos al arroyo y aquí nos apartamos del sendero conocido (Sendero de Los Enebros), giramos a la derecha y bajamos pegados al curso del arroyo La Argamasa, por su margen izquierda, abrimos una portera, nos adentramos en un paraje asilvestrado, donde se mezclan las chaparras, con hierbajos y enebros; por fin encontramos una señal, la fuente de la canaleja se halla a nuestra izquierda, por tanto, éste es el camino que queríamos, todo parece ir sobre ruedas a pesar de los múltiples y variopintos obstáculos, pérdidas del trazado, ramas y piedras...no obstante, en consonancia con nuestro lema "fuerza y vigor" vamos pedaleando con ilusión, convencidos de que, pese a las dificultades, lograremos abrirnos paso por el nuevo camino. Cabe señalar, que este tramo del camino, que discurre casi paralelo al arroyo, resulta muy atractivo en esta época del año (primavera), en especial, el paso entre las ramas bajas de los enebros -como se puede apreciar en las fotos que se acompañan-; asimismo, nos percatamos que el camino tradicional discurría exactamente por donde vamos, prueba de ello son los restos de muros de piedra encontrados a nuestro paso. Tras la inyección de moral, de poderlo lograr, pedaleamos con precaución y cuidado pues los altos pastos han ocultado el trazado;
poco después, "una piedra en el camino" y pérdida del equilibrio, la burricleta del Gran Maestre se espanta y "el águila su vuelo no levanta", rueda por los suelos y contra el tocón de una retama se estampa; Víctor, que lo ha visto, da la voz de alarma, la escuadra se para y retorna a ver lo que pasa, acude Ángel Charquitos y presta los primeros auxilios, el accidentado se levanta mas el dolor del hombro no aguanta, bebe un poco de agua y reanuda la marcha, pero andando y con la burricleta en una mano, alcanzamos la cañada o vía pecuaria en el tramo que une San Román de Los Montes con Pepino y al abrir la portera que da acceso...????? ¡Vaya pasada! ¿Pero qué es esto? Para nuestra sorpresa y desgracia, toda la superficie de la cañada se halla cubierta de hierbas altas, de pastos asilvestrados que impiden el paso...¡buff! ¡¿Y ahora qué?! ¡¿Damos la vuelta otra vez?! El Gran Maestre, dolorido, en la encrucijada se calla, asumen el mando Cristóbal y Fernando, ambos cuentan con GPS, marcan la ubicación y señalan la dirección: hay que continuar unos dos kilómetros más. Resulta casi imposible transitar, unos montan y otros desmontan, los hierbajos de los pastos sobrepasan nuestra cintura y apenas se ven las bicicletas, decidimos saltar la alambrada del cercado que está en uno de los costados, pero poco después la volvemos a saltar y a la cañada hemos de retornar...
Cansancio y fatiga, la lucha es numantina, Chema pedalea como puede y, de pronto, pilla una liebre, lo vuelve a intentar y otra liebre más, pero no se da por vencido y logra el trío, mas como es un diestro jinete sus caídas son intrascendentes... Se escuchan gritos de aliento y esperanza, han encontrado el paso adecuado para vadear el arroyo por unas piedras pasaderas, la vegetación es tan exuberante y densa que nos cubre por completo, continuamos recto por el camino de San Román, si bien la cañada se desvía y cruza el arroyo más a la izquierda;
pero eso es lo de menos, lo que importa es que a San Román llegamos tan solo con un lesionado, una auténtica proeza el abrirse paso entre la maleza, "nunca más", "nunca más"...se oía exclamar. En la fuente de San Román nos detuvimos a descansar, se telefoneó a la intendencia para evacuar al herido, pero cuando iba a ser evacuado, el maletero resultaba poco adecuado, por lo que el valiente caballero se subió de nuevo en su vetusta burricleta y pedaleando por la carretera llegó a su tierra de Talavera.
Cuentan que el grueso de la escuadra, en su regreso a casa, por el camino de Pepino a Segurilla, se toparon con el enemigo en una durísima subida, la acometida del calor y la fatiga no desarboló al equipo que permaneció unido, saliendo del belicoso envite glorioso vencedor, y llegando a casa cerca de las dos. ¡¡¡¡HURRA!!!! ¡¡¡EUREKA!!!! LOS EXPLORADORES VELEÑOS LO CONSIGUIERON.
La bordeamos por el norte enlazando con el camino de Los Leñadores, vía estrecha que discurre entre muretes de piedra, también abundan dispersas en el firme irregular del trazado pero que aportan atractivo y encanto; seguidamente, nos adentramos en un conocido sendero muy estrecho emparedados de zarzas a ambos lados, mas como jinetes expertos salimos ilesos, salvo algún pinchazo en piernas o brazos...después atravesamos la hermosa pradera con sus altas y frescas hierbas, vadeamos el regato y hacia Cervera nos encaminamos, salimos al carreterín y tras bajada nos hallamos allí, es el momento de decidir, a Sotillo o proseguir; el Carpi no lo ve claro, reserva sus fuerzas y da media vuelta. El "tontom" del Gran Maestre marca "de frente", no lo dudamos y por el arroyo avanzamos, atravesamos el pueblo, giramos y la burricleta de Víctor, que es potranca con fuerza, se lanza hacia la cuesta, se trata de la subida al Calvario, pero la ruta iba para otro lado, nos agrupamos, preguntamos a un aldeano y nos orienta por donde vamos; pero su comentario cae como "jarro de agua fría", que el camino de Cervera a San Román ya no existía -buff!!! más difícil todavía-.
Lejos de desanimarnos, continuamos pedaleándo, además por un tramo de camino conocido, llegamos al arroyo y aquí nos apartamos del sendero conocido (Sendero de Los Enebros), giramos a la derecha y bajamos pegados al curso del arroyo La Argamasa, por su margen izquierda, abrimos una portera, nos adentramos en un paraje asilvestrado, donde se mezclan las chaparras, con hierbajos y enebros; por fin encontramos una señal, la fuente de la canaleja se halla a nuestra izquierda, por tanto, éste es el camino que queríamos, todo parece ir sobre ruedas a pesar de los múltiples y variopintos obstáculos, pérdidas del trazado, ramas y piedras...no obstante, en consonancia con nuestro lema "fuerza y vigor" vamos pedaleando con ilusión, convencidos de que, pese a las dificultades, lograremos abrirnos paso por el nuevo camino. Cabe señalar, que este tramo del camino, que discurre casi paralelo al arroyo, resulta muy atractivo en esta época del año (primavera), en especial, el paso entre las ramas bajas de los enebros -como se puede apreciar en las fotos que se acompañan-; asimismo, nos percatamos que el camino tradicional discurría exactamente por donde vamos, prueba de ello son los restos de muros de piedra encontrados a nuestro paso. Tras la inyección de moral, de poderlo lograr, pedaleamos con precaución y cuidado pues los altos pastos han ocultado el trazado;
poco después, "una piedra en el camino" y pérdida del equilibrio, la burricleta del Gran Maestre se espanta y "el águila su vuelo no levanta", rueda por los suelos y contra el tocón de una retama se estampa; Víctor, que lo ha visto, da la voz de alarma, la escuadra se para y retorna a ver lo que pasa, acude Ángel Charquitos y presta los primeros auxilios, el accidentado se levanta mas el dolor del hombro no aguanta, bebe un poco de agua y reanuda la marcha, pero andando y con la burricleta en una mano, alcanzamos la cañada o vía pecuaria en el tramo que une San Román de Los Montes con Pepino y al abrir la portera que da acceso...????? ¡Vaya pasada! ¿Pero qué es esto? Para nuestra sorpresa y desgracia, toda la superficie de la cañada se halla cubierta de hierbas altas, de pastos asilvestrados que impiden el paso...¡buff! ¡¿Y ahora qué?! ¡¿Damos la vuelta otra vez?! El Gran Maestre, dolorido, en la encrucijada se calla, asumen el mando Cristóbal y Fernando, ambos cuentan con GPS, marcan la ubicación y señalan la dirección: hay que continuar unos dos kilómetros más. Resulta casi imposible transitar, unos montan y otros desmontan, los hierbajos de los pastos sobrepasan nuestra cintura y apenas se ven las bicicletas, decidimos saltar la alambrada del cercado que está en uno de los costados, pero poco después la volvemos a saltar y a la cañada hemos de retornar...
Cansancio y fatiga, la lucha es numantina, Chema pedalea como puede y, de pronto, pilla una liebre, lo vuelve a intentar y otra liebre más, pero no se da por vencido y logra el trío, mas como es un diestro jinete sus caídas son intrascendentes... Se escuchan gritos de aliento y esperanza, han encontrado el paso adecuado para vadear el arroyo por unas piedras pasaderas, la vegetación es tan exuberante y densa que nos cubre por completo, continuamos recto por el camino de San Román, si bien la cañada se desvía y cruza el arroyo más a la izquierda;
pero eso es lo de menos, lo que importa es que a San Román llegamos tan solo con un lesionado, una auténtica proeza el abrirse paso entre la maleza, "nunca más", "nunca más"...se oía exclamar. En la fuente de San Román nos detuvimos a descansar, se telefoneó a la intendencia para evacuar al herido, pero cuando iba a ser evacuado, el maletero resultaba poco adecuado, por lo que el valiente caballero se subió de nuevo en su vetusta burricleta y pedaleando por la carretera llegó a su tierra de Talavera.
Cuentan que el grueso de la escuadra, en su regreso a casa, por el camino de Pepino a Segurilla, se toparon con el enemigo en una durísima subida, la acometida del calor y la fatiga no desarboló al equipo que permaneció unido, saliendo del belicoso envite glorioso vencedor, y llegando a casa cerca de las dos. ¡¡¡¡HURRA!!!! ¡¡¡EUREKA!!!! LOS EXPLORADORES VELEÑOS LO CONSIGUIERON.