LAS ABEJAS MEJOREÑAS
Despierte el alma dormida,
avive el seso y recuerde disfrutando:
Sucedió un domingo quince de junio,
cuando en la subida al cerro Picón
la marcha triunfal del equipo en formación
fue saboteada subrepticiamente por un enjambre de abejas al ataque,
quedando los flancos del pelotón al descubierto
y la escuadra de Velada
en dos mitades seccionada.
El zumbido aterrador de los furibundos insectos
puso música al cortejo (ña…ñi…ñu…!),
mientras despavoridos corrían
los ciclistas en su huída.
El grupo de cabeza bajó corriendo la cuesta,
indemnes unos y sin incidentes
se mostraban sonrientes;
llevaron otros peor parte
con aguijón clavado en sus carnes.
El Presi muy sofocado recita dioses en vano,
el carpintero que está a su lado intenta sacarle el clavo,
con el casco en una mano
llega el maestro gritando: dos abejas me han “picao”
y dos huevos me han “brotao”.
A Luci le fue clavada en el culo una estocada,
profunda y bien entronada atravesó la badana.
Alberto nos comentaba que a él nada de nada.
Y tal vez la Virgen de Gracia
a Chema le protegió con su magia;
mas no valió la lamparilla
y a Gabriel: un aguijón en las costillas!.
Llega dale que dale
Víctor a los pedales,
busca, encuentra y sale
el causante de sus males.
Llegan con gran alboroto
los hermanos (Julio y Gabriel), Javier y Goyo,
que nos cuentan con prudencia
para no hacer reír a la audiencia:
las abejas se han cebado
con Javier en lo más alto.
Miramos con extrañeza
todos a su cabeza,
está la calva muy roja
y la frente pimentona.
¡Que no es para risas nos dice!
que me duele la calvicie.
No aguantamos ya más
y nos empezamos a descojonar…ja,ja,ja, ja!
Multiusos ha llegado
y pregunta qué ha pasado,
pues a él no le ha tocado.
La escena no pinta bien
y se marcha a casa con Javier.
Cuenta Goyo ya después,
el “revientaruedas” supermen,
que al ir a auxiliar a Javier
le pincharon el cuerpo tres.
Y que gritaba desesperado
tirando la bici a un lado:
¡un médico, un médico, un médico aquí urgente!
¡que la cabeza la tengo caliente!
Corriendo y a monotazos
se aleja entre chaparros,
cosido a picotazos.
Y de esta historia, ¡ya nuestra!
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