sábado, 14 de agosto de 2010

I CENA DE NAVIDAD


Vengan todos, sí señores,
con tambores y panderetas
que ha llegado hasta Velada
la vaquilla navalqueña.
En recuerdo a los toreros,
que lidiaron fuera del ruedo,
sin la capa y con el cuerpo,
a aquel animal tan fiero:
el maestro con un quiebro,
cornada (a Miti) en la botella del agua,
el Carpin y el Presi casi se quedan sin dientes,
arreó cuesta abajo con la bici de Luci entre sus cuartos,
que susto se llevó que en la encina de un salto se subió,
el resto de la escuadra corría desconcertada ...

jueves, 12 de agosto de 2010

A Pueblanueva por la labranza el Alto


Y también un 28 de marzo, Domingo de Ramos,
a Pueblanueva por los barrancos,
desfile de gala por Talavera hacen triunfal entrada,
veleños valientes hasta los leones rugen sonrientes.
Uniformados de rojo y blanco cruzan el P. Romano,
mas todo cambia al otro lado,
todo se torna en un calvario
con la subida a la labranza el alto.
Hay escisiones y divisiones,
dan media vuelta los bebedores .
Predica el maestro que es buen camino
y todos siguen muy decididos.
Un poco barro bien sorteado,
bruscas pendientes en los barrancos
con piedras sueltas rompen el paso,
una parada y un batacazo,
Antonio adelanta y cae al barranco:
por las orejeras ¡vaya guarrazo!.
Con las bicis al hombro en las subidas,
mostrando la casta y la divisa.
cuando de pronto, allí topamos,
en el camino con un gran lago ;
se adelantan los muy osados
Alberto y Fernando entran al trapo
en medio del charco se han atascado
pies en el agua y bien mojados,
el guardaganados les ha atrapado.
Al ver todo esto los demás rectifican,
saltan la valla bordean la pista.
Cansados, agotados, medio perdidos,
decide la mayoría abandonar el camino,
carretera y manta y vuelta a casa.
Al maestro le quedan los tres discípulos:
Fernando, Roberto y también Víctor.
Remontando el Sangrera finaliza el camino,
Saltamos dos vallas rumbo al circuito.
Llanura de verde, cultivos y pinos,
sierra nevada quisiera ir contigo.
Rumbo a Calera al llegar a Talavera,
por el camino del barro a Alberche llegamos,
la carretera en ascenso se vuelve un tormento,
el maestro, extenuado, sin fuerzas,
casi revienta y se queda, se queda…
la duda entre los discípulos planea:
o hacemos algo o no llega, no llega.
En la entrada los huertos se adelanta Roberto,
nos agasaja con viandas a la puerta de casa,
pestiños u orejones, aquarius en vaso,
aleluya el maestro ha resucitado,
repuesto y con fuerzas a Velada ha llegado
y ¡oh milagro ¡ la etapa ha ganado.

Etapa bien mojada

Fue un veinticinco de enero,
en que nos pillamos una chupa de miedo.
La mañana ya pintaba
muy oscura y poco clara,
mas en boses se comentaba
qué depararía la jornada.
El maestro ya ha llegado
y Javier le ha preguntado:
¿va a llover?;
no ahora, tal vez después.
Que la estación yo he mirado,
y un sesenta y ocho por ciento ha marcado.
No te alarmes “alicates”
que hasta noventa queda aún margen.
Cazadores, ¡bienvenidos!
los hermanos, Goyo y Pino.
Viene el Presi algo mohíno:
hoy os traigo un nuevo camino.
En marcha, ¿A dónde vamos?,
a Parrillas por Trujillano;
nos mojamos, nos mojamos,
hacia el sur nos escapamos.
Ya no hay cambios, ya no hay cambios,
es el Presi quien ha hablado.
De chiripa nos ha alcanzado
Rey Alberto “el laureado”,
Mas nos dice que ha olvidado
el chubasquero de tres cuartos,
vete ahora, yo le insisto,
pues si llueve es un suplicio.
Tras la cruz de los charquillos,
se despliegan los plastiquillos,
que las gotas caen aisladas
y nos refrescan la cara.
El Grupetto se ha “estirao”
y los de “alante” “escapao”,
no los vemos, ¿dónde vamos?,
nos volvemos, continuamos, …
si seguimos nos mojamos
-advierte Goyo mosqueado-.
Adelante mis veleños,
que esta vez sí que no os pierdo.
Con el Guadyerbas hemos topado
y la marcha se ha frenado,
¿quién cruza su corriente?’,

Al Golín nos dirigimos entre jaras, chaparros y guijos, …..
un descanso, allí en el alto,
avituallamiento y un plátano.
Nos guarecemos en el refugio,
bien mojados y muy sucios.
Alberto, golpea y golpea, deja huella
son los guantes sobre la puerta.
¡Ha dejado, ha dejado!
ya no llueve, ha pasado.
Venga, dale, que nos vamos
por el puente: Villabuena y los llanos.

Por fin llegamos, bien calados,
hasta los huevos mojados.
Golondrinos empapaos, los pies caldosos y encharcaos.





Y fue un quince de febrero
cuando Quini se metió una hostia de miedo,
otra vez en el Pajares
–del Pajares ni me hables-
pero esta vez fue en el descenso,
se engancharon los manillares
y a tomar por culo al suelo.
Salió por las orejeras
tras encabritársele su bicicleta,
Luci que tuvo más suerte
fue corriendo a socorrerte.
Felizmente recuperado
todos juntos te cantamos:

Be……ber, beber, beber,
jarabe chulí, chulí, chulí,
medicinal y universal ah, ah!
con la cuchara o bien con la jarra,
y todo mal se curará.(Bis: se olvidará)
Quini el maestro
sufrió un tropiezo
y se produjo una lesión,
la cucharada le fue recetada
y ahora es un campeón.
Be….ber, beber, beber,
Jarabe chulí, chulí, chulí, (estribillo)

gritos de: ¡Alberto, valiente!;
pero Alberto no se fía
y rechaza con cortesía.
Venga hombre, no es para tanto,
-exclama el maestro a su lado-
media vuelta mientras cambio,
y ahorita muy despacio, muy despacio,
ya en la orilla estoy a salvo.
Buena nota han tomado
y todo el séquito ha pasado.
Mientras llegan los “escapados”
marcamos con las bicis falsos “trazados”,
Miti, mitito, tres o cuatro,
por ver si alguno se ceba,
entra al trapo y tiene pesca.
Con la cámara preparada
está Roberto, el reportero,
por si hubiera una portada
para actos venideros.
Al fin llega, el quinteto,
Chuchi, al mando,
el Presi con Javi , Domingo y el Carpin.
Sigue Chuchi por la senda,
nos pregunta y no hay respuesta,
reculea, reculea, y el foro se impacienta.
¡Ea, ea, el público se mea,
ya, ya, ya el público se va!
mas Domingo, muy avispao,
se percata del desaguisado,
Mira arriba, mira abajo,
encuentra al fin el paso,
sin prisa, con paciencia
pedaléando lo atraviesa.
Todos siguen el ejemplo
y todos pasan sin tropiezo.
No hay portada, ni carcajadas,
ni risas para tal guisa.
La lluvia fina se ha incorporado,
pero seguimos bravos, muy bravos,
Salta Chuchi en un matorral
Esto es: ¡espectacular, espectacular!
Arrecia la lluvia muy fuerte,
y apretamos bien los dientes,
con los cristales empañados
ya no vemos ni un carajo.
CANCIÓN.
Cae fina la lluvia
Por el camino, de Trujillano.
Mas contento yo voy,
Ay qué fresquito,
en la cara la siento
Y pedaleando ya voy.
Se escuchan unas voces,
de Chuchi Superman:
esto es maravilloso,
mucho más sensacional,
una lluvia de parabienes,
sensación espectacular.
Caen los goterones
la tormenta va a más,
esto es maravilloso,
esto es sensacional,
mucho más que todo eso,
esto es espectacular-ar.
LAS ABEJAS MEJOREÑAS

Despierte el alma dormida,

avive el seso y recuerde disfrutando:

Sucedió un domingo quince de junio,

cuando en la subida al cerro Picón

la marcha triunfal del equipo en formación

fue saboteada subrepticiamente por un enjambre de abejas al ataque,

quedando los flancos del pelotón al descubierto

y la escuadra de Velada

en dos mitades seccionada.

El zumbido aterrador de los furibundos insectos

puso música al cortejo (ña…ñi…ñu…!),

mientras despavoridos corrían

los ciclistas en su huída.

El grupo de cabeza bajó corriendo la cuesta,

indemnes unos y sin incidentes

se mostraban sonrientes;

llevaron otros peor parte

con aguijón clavado en sus carnes.

El Presi muy sofocado recita dioses en vano,

el carpintero que está a su lado intenta sacarle el clavo,

con el casco en una mano

llega el maestro gritando: dos abejas me han “picao”

y dos huevos me han “brotao”.

A Luci le fue clavada en el culo una estocada,

profunda y bien entronada atravesó la badana.

Alberto nos comentaba que a él nada de nada.

Y tal vez la Virgen de Gracia

a Chema le protegió con su magia;

mas no valió la lamparilla

y a Gabriel: un aguijón en las costillas!.

Llega dale que dale

Víctor a los pedales,

busca, encuentra y sale

el causante de sus males.

Llegan con gran alboroto

los hermanos (Julio y Gabriel), Javier y Goyo,

que nos cuentan con prudencia

para no hacer reír a la audiencia:

las abejas se han cebado

con Javier en lo más alto.

Miramos con extrañeza

todos a su cabeza,

está la calva muy roja

y la frente pimentona.

¡Que no es para risas nos dice!

que me duele la calvicie.

No aguantamos ya más

y nos empezamos a descojonar…ja,ja,ja, ja!


Multiusos ha llegado

y pregunta qué ha pasado,

pues a él no le ha tocado.

La escena no pinta bien

y se marcha a casa con Javier.

Cuenta Goyo ya después,

el “revientaruedas” supermen,

que al ir a auxiliar a Javier

le pincharon el cuerpo tres.

Y que gritaba desesperado

tirando la bici a un lado:

¡un médico, un médico, un médico aquí urgente!

¡que la cabeza la tengo caliente!

Corriendo y a monotazos

se aleja entre chaparros,

cosido a picotazos.

Y de esta historia, ¡ya nuestra!

Puente Romano del río Guadyerbas


ÉPICA GLORIOSA DE LOS CABALLEROS VELEÑOS
Dice un proverbio africano: Las huellas de las personas que caminaron juntas nunca se borran
Todo caballero tiene su lugar de origen:
En la villa de Velada, corría el año 2010, un 24 de enero,
las huestes, del que fuera en otro tiempo poderoso Marquesado,
formadas por “los veinte veleños”,
capitaneadas por el Presidente y dirigidas por su lugarteniente,
emprenden la más famosa de todas las hazañas,
la marcha más grandiosa que jamás contemplaron los cielos,
“LA ETAPA REINA: PUENTE ROMANO DEL RÍO GUADYERBAS. UN PUENTE HACIA EL PARAÍSO”.
Campanadas de partida,
dan las nueve y la salida.
Cuando el azar al alba nubló el sol,
y la mañana amenaza con lluvia o tormenta,
la aureola de la escuadra desplegada
apuntala al filo de su marcha la grandeza,
el mito de las anguilas en el agua,
izará en la bandera su leyenda.
La marcha se iniciaba por las calles de Velada,
con sus casas encaladas desvaídas,
alineados los naranjos van a un lado,
en el patio bien cuajado el limonero,

a lo lejos la Iglesia, el Palacio y el Convento;
junto al rollo, emblema insignia de la villa,
coordinada bien desfila uno a uno la comitiva,
al ritmo de pedales y timbales
avanzaba nuestra escuadra velaína.
Atrás quedaron nuestras damas, nuestros hijos y familia,
un camino por delante, paladines veinte iban,
bien dispuestos y pertrechos siguen todos al maestro,
Adelantado Mayor del reino,
tras los llanos avanzamos por El Baldío y Trujillano,
un regato en la Aliseda marca el fin de nuestras tierras,
viramos a poniente hasta alcanzar más abajo el único puente,
salvando sonrientes el gran curso de agua corriente.
Tras el aliciente surge el primer inconveniente,
más allá de nuestras fronteras al adentrarnos en tierras navalqueñas,
el arroyo Porquerizo muy crecido se interpone en el camino,
con sus aguas residuales, entre ciénagas y juncales,
nos reta desafiante con la prueba de los trampales,
superada con osadía cuan escurridizas anguilas,
mojadas queda las zapatillas y alguna pequeña caída,
mas al llegar a Navalcán uno ha de retornar.

Verdean las praderas en los encinares,
Campan las aguas estancadas en cubetas,
corren prestas por regatos, surcos y cunetas,
la ninfa madre está de fiesta.
Se torna el camino embarrado muy pesado,
un despiste y conato de media vuelta en la granja Valtraviesa,
exhaustos y cansados el grupo se dispersa …
Una mujer lozana vocifera desde la casa,
venid a mí que El Puente Romano es por aquí.
Felizmente reagrupados continuamos marchando.
Momentos de tregua hasta alcanzar la fresneda,
el arroyo Mijar crecido alimenta,
hay que cruzar, que el final de la ruta está más allá.
Un molino arrulla envuelto en ruinas,
encauza sus aguas por hendiduras,
contemplándole, la foto recuerda que hubo un ayer.
Entre los berrocales, perdido, se abre paso el angosto camino,
empedrado sendero, de Oropesa a Arenas de San Pedro.

Al momento desmontan los caballeros,
con arrojo pisando fuerte, alcanzan El Puente,
uno a uno lo coronan, diecinueve de los veinte,
sobre una hilada desnuda de sillares dispuestos horizontalmente,
plataforma ingrávida sin barandas asentada en la gran arcada de dovelas pétreas que guardan la clave emergente:
“Un puente hacia el paraíso”
Pilares de roca bruñidos por el devenir del azaroso tiempo
y la corriente del río Guadyerbas en movimiento,
Embriagados de la magia que desprende este recóndito paraje,
sueños de La Arcadía bucólica que cantó el poeta,
henos aquí, absortos, postrados, embelesados,
contemplando la naturaleza en su pureza.
Juntos, hermanados, posamos con nostalgia inmensa
para dejar la huella impresa de la sin par empresa.
El retorno de los caballeros consagra el momento
y una odisea tierra adentro va a dar comienzo.
Por la falda en umbría del cerro
serpentea un angosto sendero,
con las bicis al hombro los 19 veleños
afrontan un sueño real en el desfiladero del berrocal.
Batalla al barro en el campo abierto
y algún combatiente cansado y maltrecho.
Siguen momentos de calma por vías más anchas,
mas al entrar en Parrillas se produce la divisa,
del pelotón conjunto salta un grupo minúsculo,
espoleados por la fe inquebrantable en la victoria
persiguen la epopeya más gloriosa,
ideales de grandeza bullen en sus cabezas
e inician con euforia el mayor reto de la historia,
una prueba con “incógnita”.
Camino muy mojado, circulamos y pensamos:
¿Cómo cruzar? El Guadyerbas al llegar.
Con el río hemos topado y nos deja alucinados,
el cauce amplio y extenso parecía un mar abierto,
al grito de la encomienda da comienzo la contienda:
¡fuerza y vigor! los seis caballeros alzan la voz.
El capitán, con su bici en alto, atraviesa por lo más ancho,
Manuel, el adoptivo fiel, sigue los pasos tras él.
El Adelantado, mirando al cielo, busca en la proeza su premio.
Francisco Fermín, el niño, se redime con el bautizo,
Roberto, el modesto, realza la gesta del éxito.
Víctor, el mayor honor, vela la retaguardia con valor.
Todos pasan dejando constancia,
como testigo el cielo del paso excelso del sexteto.
Que todos recuerden que no hubo en el lugar
hombres también dispuestos
como los que lograron vadear
la riada del Guadyerbas aquel invierno:
Un sexteto con tantos huevos.
En la memoria quedará la aventura del sexteto, pues no hubo en el lugar
hombres con tantos huevos como los ciclistas veleños.
La aliseda, trujillanos, los llanos
y a la villa, jubilosos, retornamos.
¡Hemos triunfado!

La Gran Cascada


LA GRAN CASCADA: ODISEA DE UNA SAGA.
Salida con retraso, un 23 de mayo, para una jornada de largo trazado,
impaciente el lugarteniente arengaba así a la gente:
vamos, vamos que no llegamos!,
un pelotón desganado parece que no se ha enterado.
La distancia va en aumento dicen Roberto y Alberto,
que son la escolta del maestro.
En un caminito hacia Calera el escolta Roberto se descuelga,
llega el Presi que está muy fuerte junto a Víctor sonriente,
“mejor seguir por aquí a Puente”;
“carajo, que yo tenía pensado el Sapo”,
“no te apures Pepe que a la vuelta está pendiente”.
Venga vamos, pero por el Sapo regresamos.
A la altura del Rosal pincha Julio por detrás,
momento de desconcierto y el retraso que va en aumento,
dos del grupo han saltado y el pelotón desviado,
a Alcolea arribamos y en la entrada de El Puente los hallamos.
Prosigamos, prosigamos, que la Plaza ya cruzamos,
por fin ya divisamos el pétreo Puente con sus arcos,
bella estampa mientras pasa nuestra escuadra desplegada.
Domingo! ¿Dónde estamos?, ¿Falta mucho? ¿¡Que nos vamos!,
una trialera y llegamos.
Tras soltar las bicicletas en una enorme piedra llana,
se oye el sonido del “chorrear” del agua,
pero las ganas están en la panza y muchos deciden llenar con viandas,
mas el maestro y sus acólitos descienden entre hierbas y matojos,
un esfuerzo más y …LA GRAN CASCADA AHÍ ESTÁ (mírala, mírala…)
En un paraje recóndito, entre gigantes farallones pétreos y profundos cortados,
dos moles de roquedo se erigen en fornidos guardianes del valioso tesoro,
regalo de la ninfa naturaleza que se desnuda pura
para regocijo de quienes la violan y adoran con su mirada.
“la gran cascada del hombre blanco ha obrado maravillas” …
y riega con su espuma condensada las orillas.
Los nueve agraciados caballeros veleños ven más cerca aún el cielo:
¡Oh qué delirio! Domingo gritó bingo, Francisco “Sevilla” bebió en la tetilla,
a Gabriel lamparilla se le encendió con la chispa,
Víctor “Canilla” parecía Campanilla,
Luci “contento” alegraba entre paja el gesto, a Chema le brota crema,
Fernando “Magno”sublima el encanto, Andrés “Presidente” se muestra ferviente
y el maestro predicando la belleza del salto, en el Pedroso junto al Tajo.
Cuando recogen las bicicletas para la vuelta,
el grupo grande ya se aleja, y el pelotón se disgrega.
Un grupetto por detrás a Pozuelo marcha ya, un camino entre encinar,
con el maestro y otros más, que por el Sapo hay que pasar,
todo marcha sin incidentes hasta que el maestro propone nuevos alicientes,
y como es un poco mohíno señala un nuevo camino,
pero al instante se interpone en medio un estanque,
el lamparilla por delante se desvía por una variante:
cortafuego con matojos y el maestro con antojo,
Domingo! ¿quién ha dicho por ahí? si yo mando por aquí.
Recordando la epopeya se me antoja una contesa,
que refresque bien la mente, de aquella calentura ardiente:
(canción) perdidos en medio de encinares/ buscando sin brújula el timón/
me acuerdo del sapo un cojón/ saltar, marchar, trepar al árbol por dios, por dios/ mirar, mirar, dónde cojones estoy yo, estoy yo?...
Fernando primero trepando sube en la encina muy alto:
¡pardiez! un camino divisé, vamos todos a por él.
La sed aprieta y no tenemos agua fresca, en Alcañizo buscamos una fuente y rellenamos, vamos /vamos dice Víctor y Fernando,
todo en vano en el pueblo no hay ni fuente ni caño.
No alarmaros que es un pueblo hospitalario
y en el bar nos dan amparo, por fin entramos y las botellas las llenamos.
Desde aquí en adelante el maestro se hace un lastre y Fernando va al rescate
con dos cubiertas tirantes forman un tándem impresionante,
mientras “Sevilla” implora jadeante: ¿Quién tira de mi? que sólo voy a ralentí.
Sin más contratiempos llegamos pasadas las tres al Centro,
distancia hasta aquí 74 Km. me salen a mí,
la gran cascada una gozada y el sinuoso complemento la Odisea del tormento.

Playas Blancas


PLAYAS BLANCAS
Mis queridos compañeros de rutas, aventuras y hazañas:
La mañana del 13 de junio amenazaba lluvia, dudé un momento, me acerqué y subí en el furgón a tiempo. Rumbo a Playas Blancas con algún resquemor por dentro: convertirá el cielo la ruta en un tormento?...Llegada a la explanada, alguien comenta que él no baja -¿habrá motín en retaguardia?, al fin ya salta y las bicicletas una a una se bajan. Un poco fríos, pero se arranca Víctor con cierto brío: éste es un paraje idílico, los árboles se abrazan, los ruiseñores cantan, los sonidos del agua....De pronto el maestro se desata: las ninfas desnudas danzan entre las espumas del Ramacastañas....Ahí están, exclaman otros por detrás, disfrazada de civila en cuatro por cuatro nos vigila, risas y carcajadas, la verderona no se destapa y va a dar comienzo la gran etapa.
Con la GT ya reparada, el buen maestro marcha con ganas, pero es el Presi quien ha dispuesto, junto con Víctor, su plan de ascenso: A la derecha camino tieso "Pozo Felipe" próximo al lecho, miradas varias a las cascadas que se divisan entre las ramas,... un poco tensos, algo empañadas porque la lluvia nos acompaña. ¡Miradlas ahí! que con sus pozas se hacen oír -canta el Presi muy cantarín.
La puta tierra que está muy blanda -grita Domingo- y el camino se me atraganta. Y ahora por dónde vamos?, una carretera nos desviamos, a quién preguntamos?, al hortelano, que nos mojamos, ¡meteos aquí! un motorista vino a decir. No hacemos caso, que es un atraso, problema resuelto: seguimos recto por el repecho, nos lleva al pueblo entre cerezos. Ruge domingo, resopla Chema y el maestro que ya se queda... los pies en tierra que el cuerpecito ya se marea... El lamparilla con sus cerezas, nos las comemos, renacen las fuerzas. Estamos cerca, estamos cerca ... y en Santa Cruz hay media vuelta, una viejecita cambió la senda, marchamos todos por callejuelas hasta enfilar la "madre" cuesta, con un peralte que desnivela, algún paisano con boca abierta ante el arrojo de “la veleña”, "apretamos los dientes", "arreamos los machos", "las bridas tensas" , y ascendemos lentamente por la encementada cuesta, suspiros, quejidos, y un rechinar de dientes en lo que parece más duro de la pendiente ...
parado a un lado el lamparilla se ha sujetado, mira al maestro que se ha bajado, su pensamiento que va por dentro "lo del depósito no es más que cuento", "ésto es un tormento" ... prosigamos, prosigamos, encima la bici otra vez montados... que sí, que no, un poco más, ¿dónde coño estará?...patatín, patatán, pedalín, pedalán al depósito he de llegar, ... por fin le veo allí, que bien al fin lo logré!... joder! pero ...¿es que no hay casera? ...¡se han marchado todos!.. a lo lejos diviso al amigo Víctor dale que dale a su vicio, me resisto y no abandono, más que un gozo, hasta que tira la foto, después pies de plomo, que me "eslomo"...pienso ¿dónde demonios iremos, más que al cielo parece un infierno?...¡Vaya con Santa Cruz! es un calvario más que es una cruz...y no termina nunca, bueno, bueno, si ahora sigue por una pista forestal de tierra entre pinares, castaños...¡vaya castaña! si la subida no para, aunque ahora es más liviana, zarzas, helechos, regatos, ... esto va cambiando y me empieza a gustar, porque aún queda gente ahí por detrás, Domingo y Chema están al final, cerrando el grupo en la cola van. Eureka, eureka! la curva del fin del mundo "la cima del finis mundi", en la curva del final de la tierra está la más preciada de las metas: vistas impresionantes de montañas, valles y tierras circundantes, parajes cubiertos de niebla nos envuelven entre las peñas, henos por fin felices de estar aquí...fotos, chascarrillos, anécdotas, ¡vaya aventura, esta sí que ha sido dura!...Y el Presi que no aparece, van a buscarle, mas el solo vuelve, estaba husmeando ya más abajo, nos apuntamos y algo bajamos hasta encontrarnos el arroyo claro. Media vuelta, bajada y descanso, por los helechos duendes y faunos, el gamonino sufre un pinchazo, que un clavito se le ha clavado junto al castaño. Solucionado, bajamos muy, muy despacio, frenando, frenando, que la pendiente tiene un mal trago, cuidado,mucho cuidado que volteamos, por las orejeras alguno brincamos ... sin incidentes nos reagrupamos, en el mirador nos relajamos y alguna foto en él tiramos, cruzamos el pueblo hacia poniente buscando un camino junto a la corriente, aguas abajo todos marchamos a Peñas Blancas ya retornamos, alisos, chopos, río transparente una delicia para las mentes: "Corrientes de aguas puras, cristalinas, transparentes,
árboles que os estáis mirando en ellas; verdes prados de dulces ninfas llenos...Volveré aqueste lugar de ensueño a disfrutar con mis amigos y mi gente... Recuerdos para el alma.
Saludos, Josema

La Mira


Hola cicloturistas, senderistas y montañeros:
El domingo día ocho del ocho, con salida casi a las ocho, después de habernos tomado un bizcocho, nos pusimos en ruta una escuadra de lo más variada "plurihermanados" con nuevos amigos, hermanos y los cuñados. Las cosas iban muy bien cuando en las fuentes parabamos todos a charlar y beber, pero cuando el ritmo se aceleró en la antesala de la apretura el trío "los cuñados" se descolgó: ¡vaya por dios! después de todo el equipo de once se fracturó. El zig-zag de la ascensión al refugio "Victory" pone a prueba los motores de los expedicionarios y más de uno se tambalea entre los guijarros de los canchos por déficit de oxígeno; mientras tanto, el capi de la expedición hace de enlace ente los siete de "alante" y los tres invitados cuñados "parlantes". Alguna anécdota la hazaña complementa: ¿Quién nos ayuda a subir algunas tablillas hasta el refugio que se ve allí?, y como nadie responde las hembras de añada lanzan soflamas por sus bocazas, cambian el tono y en sus pregones dicen de todo (los calificativos de valientes y fuertes se tornan en pasotas cobardes por mantenernos un tanto al margen). Estamos llegando al refugio, es un alivio, pero los coletazos nos han pillado un poco cansados; al fin arribamos y nos disponemos a recuperarnos, las catimploras rellenamos, algunas fotos tiramos, observamos a los alpinistas escalando los hermanitos de los galayos, engullimos orejones, chocolatinas, dátiles... el capi muy bien dispuesto se ofrece a socorrer a su cuñado que va sediento, y le hace entrega de la botella que ya está llena. Tras el descanso, hacia la Mira nos encaminamos, ya no hay sendero sino unos hitos que marcan el recorrido, abundan las piedras sueltas y el desnivel, según progresas, aumenta; y el maestro que pide paciencia, paciencia, que en este trecho las pulsaciones se aceleran y el ritmo se descompensa; palabras de ánimo desde lo alto, por fin les alcanzo en el rellano, los ocho del grupo hemos coronado la rampa más escarpada y nos enfilamos por un falso llano, con ligera pendiente, hacia promontorio donde se halla el Hito de "La Mira" (con 2343 m. de altitud). Tras alcanzar la cima, hemos invertido unas tres horas, divisamos desde las alturas paisajes sumamente atractivos: El Almanzor alineado con los dientes de una sierra de calar "El Cuchillar", el Pantano del Rosarito a lo lejos en la planicie que se abre al suroeste, los canchos diseminados alrededor, la pradera verde en un plano intermedio, ... El Capi de la expedición con los prismáticos otea con ojo avizor las paredes de las escarpadas cimas escudriñando la blanca estampa de los neveros, seguro que se siente en plenitud agasajado con mil sensaciones perfiladas por los sentidos (¡el frescor que rezuma desde la lejanía aquellos neveros!, los matices grises y plateados de la cadena de montañas a horcajadas, la caricia de la brisa refrescando las mejillas acaloradas, el olor a naturaleza y herbáceas silvestres, el lienzo colorista de los líquenes sobre el roquedo, ... enfin, una amalgama de sensaciones para los que "miran con el corazón,. pues como decía Sant-Exupery en el Principito lo esencial es invisible a los ojos. Después, el almuerzo, los refrescos, las cervecitas, las cabras acercándose a la mano que les da de comer -si bien, esta conducta no es correcta a decir de los entendidos-, la conversación animada y entretenida, las fotos en el alto de La Mira con las camisetas primigenias del Club Cicloturista de Velada. Pasada la media hora de relax, es momento del retorno, reanudamos la marcha de vuelta, en primer lugar nos dirigimos a la fuente situada en la verde pradera de las inmediaciones, bebemos y nos aprovisionamos de un agua que brota transparente y fresca -equiparable a la sacada de un congelador en estado líquido-, recubriendo el material del envase o botella se aprecia la humedad licuada o rocío que refresca nuestra piel y resulta una sensación muy placentera. Nos ponemos de nuevo en camino, siguiendo el trazado que marcan los hitos de piedras apiladas puestas por otros senderistas, pero cuando nos disponíamos a bajar y acometer ... (seguirá)
(2ª parte) ... el descenso avistamos a "los cuñados" subiendo, nos sorprendió verlos pues pensabamos que no se atreverían con la escalada a La Mira, pero allí estaban serios y sin palabras, echando fuego por dentro, un tanto mosqueados por haberse visto solos en tal fregado, alguno comentaba que el dorsal dónde estaba ... pocas palabras y se alejan por la explanada. Proseguimos nuestra marcha en dirección contraria para afrontar la bajada, que iniciamos con mucha precaución para no despeñarnos, por la gran cantidad de cantos, mientras parloteabamos con sorna "que los cuñados iban cabreados" y de vez en cuando recordábamos al presi, de coña, que se fuera preparando porque en casa del suegro le iban a correr a gorrazos. Una paradita en refugio para tomarnos un respiro y reagruparnos, entre tanto, el capi da muestra de sus conocimientos y destrezas en cómo colocar las tablillas bien puestas en el solado del refugio que está al lado; después de todas las desavenencias, pues recordemos que no ayudamos a subirlas a cuestas, ahora sí que agradecen su experiencia "los parquets del Tajo son una eminencia". Continuamos el descenso por el laberinto zigzagueante que hay en primer término, muy irregular e intrincado, con lo cual en las rodillas aparecen los primeros pinchazos, son como alfileres que se clavan y duelen... el maestro ya no puede seguir el ritmo de los otros siete; un descanso, en la fuente, que está abajo, nos juntamos y las botellas rellenamos. Volvemos al tajo, el jefe de la expedición corre, que corre cuesta abajo, así como va no le echamos mano; entonces, pienso un momento, quizás tanto darle la vara marcha a “zampatarama”, para no escucharnos con el rollo de los cuñados, parece un tanto preocupado, pues llamada tras llamada nadie la coge y aparece rechazada. El maestro poco a poco se queda y se descuelga, el calor aprieta, la sed aumenta y al ir frenando con las piernas el dolor en las rodillas se acrecienta, camino solo pero ya falta muy poco, una foto para captar de la fuente su cristalino chorro, pensativo y cansado me pregunto si los otros habrán llegado, al fin lo logro un poco descompuesto y con mucho polvo. Aparecen los “compis”, se intercambian palabras muy animadas, pido una foto junto a la “Capra” fin de la etapa, junto a la meta hay una fuete muy fresca, tras descalzamos nos refrescamos, los pies metidos hasta que ya más no aguantamos y los sacamos. Falta rematar la faena con unas cervecitas bien frescas, cogemos los bártulos y subidos en los coches nos arreamos al verde charco, estacionamos para bañarnos, la mayoría se queda en lavado. Tras asearnos, nos encaminamos hacia la barra en busca de un trago, cervecitas fresquitas, mahou cinco estrellas, que bien nos sientan las de tercio en botella - Domingo comenta-. Después de los tragos, ya relajados, avistamos unos platos de olorosas viandas colmados, ¿por qué no comemos que estamos hambrientos?; y a una mozuela bien parecida, le echamos guiño por si caía, a lo que ella nos respondía: si preparáis las mesas yo con gusto os serviría. Dicho y hecho, todo dispuesto, que vengan los platos de chorizo y huevos, ¡ah! y que no falten las cervezas de tercio y algunos refrescos. Todos animados, bebíamos y zampábamos, mientras Andrés mareando el teléfono otra vez, se mostraba preocupado con el tema de “los cuñaos”; algunos de coña le decían y repetían: ¡joder! mira que dejarles solos a los tres, esos no llegan a casa antes de las diez, vaya faena como se pierdan, en casa de la suegra te desheredan, ¡ay! a la vuelta la que te espera … Después de los helados, recogemos y levantamos, unas dos horas ya han pasado, cuando de repente resultó sorprendente, por fin han llegado hasta aquí los cuñaos, en cuatro por cuatro se muestran callados, adiós, que nos vamos, y al pueblo enfilamos, ya más tranquilo el Jefe se ha ido: por aquí hay orégano, Domingo a por ello. Fin de la historia con moratoria, muy tarde por cierto.