lunes, 30 de enero de 2017

PEDALEANDO BAJO LA LLUVIA

PEDALEANDO BAJO LA LLUVIA EN SOLITARIO

Domingo 29 de enero, a las 9.00 horas frente al Colegio, nadie aparece en la mañana lluviosa de invierno, ni caballeros, ni escuderos, el Gran Maestre solo frente al principal inconveniente: cae fina la lluvia, y con el chubasquero puesto, me voy por la carretera con mi burricleta. En los campos que rodean Gamonal, los cazadores a la espera están, con escopetas en ristre típica indumentaria visten, mientras sus perros rastrean en busca de alguna pieza; malos augurios cavilanen una jornada que mal empieza. En la plaza remodelada  y renovada no se ve ni un alma, está desierta, nadie me espera, la burricleta se aleja, la lluvia arrecia...Por el carreterín asfaltado a Alberche he llegado un poco mojado pero no calado, atravieso su casco y continuo buscando el río Tajo: podadas están la higueras dispuestas en hilera, junto a las acequias, terruños arados con algún caserío aislado, muchos de ellos un tanto descuidados, medio abandonados, barbechos con tonalidades marrones, en una gama desde el más oscuro, casi negro, pasando por el café, chocolate, castaño, pardo, siena...; alternan con el verde de los sembrados, las gramíneas de los costados a ambos lados, el gris de cardos y carrizos, y el amarillo mostaza de los cañizos. Los álamos desnudos se yerguen impenitentes, aguantando estoicamente la estación invernal; sola en la picota posada está la tórtola, ya no aguanta más y volando se va; bandadas de estorninos deambulan sin destino, adelante, vuelta atrás y otra vez a empezar; una garcilla bueyera aparece por la derecha; entre las cabezuelas espinosas de un cardo resaltan las plumas amarillas del jilguero en su continuo aleteo, y con el sonido suave de su canto entrecortado, me he emocionado...descubrir la belleza que encierran las cosas pequeñas, a las que no damos importancia o relevancia, pero que son cercanas, y que si te pones a escuchar te hablan, y te hacen reflexionar y cuestionar... Me embarga la melancolía en medio de la campiña, como no tengo con quien hablar me sumerjo en pensamientos que se entremezclan con recuerdos, la soledad también a veces te invita a soñar, a filosofar -perdón por el atrevimiento, mas bien, a idear "tontunas"-, a cavilar... Me detengo ante el cartel indicativo de paraje con valor ecológico, donde el cauce del río se ensancha de forma considerable y se asemeja a una tabla o laguna con el agua remansada, abundan los rodales de eneas o espadañas con sus colores pajizos, varias pollas de agua (gallineta común) surcan la pátina superficial de agua dibujando su rastro lineal; en un primer plano, más cercano a mí, palidecen y blanquean los muros de una edificación derruida; mientras tanto, con la cámara del móvil capto el paisaje como un cuadro. De nuevo cabalgo a lomos de mi burricleta y la mente se despierta, lo que se traduce en un soliloquio, de lo cual relato un poco:
"Yo en mi caballo ángulo recto,
yo y mi caballo ángulo llano,
cóncavo o convexo cristaliza el pensamiento,
adónde iré a parar dando pedales en soledad..."
Al final del trayecto, se encuentra la Vía Verde, giro a la izquierda alejándome de Calera, almendros a ambos lados, las abultadas yemas de sus ramas dan muestra de la incipiente flor, a punto de eclosionar. Una pareja de perdices corren acompasadas por la despejada vía, a resguardo de tanto cazador que anda suelto por labrantíos y sembrados, parece que el macho la corteja, mientras la picotea, pero no parece importarla porque juntos, al aproximarme, se marchan. Llego a la estación de Silos y bajo los soportales encuentro alivio, engullo las viandas y bebo agua, saludo a dos ciclistas que regresan de su ruta a toda prisa, parece que ya la llovizna ha parado, y estoy de nuevo preparado. Rumbo a Calera enfilando la recta, pero poco antes de llegar, con una situación ingrata me vine a topar, pues en medio de la vía un pajarillo muerto yacía boca arriba, me acerqué a ver y zorzal de manchas oscuras salteadas en pecho y vientre grisáceo observé,   al darle la vuelta, presentaba el dorso marrón y pico largo y afilado; el presagio de malos augurios se había hecho patente, y un perdigón extraviado le había alcanzado, ¡ay! ¡qué pena me da!, cae fina la lluvia por el camino, desesperado, me voy, la tristeza se apodera de mis sentimientos y "rula" de nuevo la cabeza: pienso en que quizás su avatar pueda en otra dimensión otra vez volar, tal vez en universos paralelos, en un mundo virtual, conectados por agujeros negros, con leyes físicas que no tienen por qué ser igual a nuestro mundo real...lo efímera que es la vida de un ser, la inconsistencia, la volatilidad...ante la inmensidad del universo y/o universos no somos "na", ¿habrá principio y final?, ¿o todo es un continuar?, el paso a otro estadio más...
Atravieso el casco urbano de Calera, me desvío por la carretera que enlaza con la N-V rumbo a Velada, la cruzo por el puente existente, avanzo por la vía de servicio hasta la gasolinera, me dirijo a la Casa de Postas, pero en una lagunilla cercana me recreo con la imagen de una pareja de ánades reales (patos) nadando juntos, uno al lado del otro, levantan el vuelo y en la retina quedan impresos los destellos verdes de su cuello -el plumaje del macho es de los más bellos-. Vuelve a mi ser la alegría, porque la vida se abre paso de nuevo, nacerán de la pareja polluelos... sumido voy en este y otros pensamientos, poco después, solo pero esperanzado a casa llego. Un día feliz, a mi modo he disfrutado con la bici, bajo la lluvia en solitario. A todos los que compartís el deporte de la bici, un saludo y un abrazo, a disfrutarlo.





   

lunes, 23 de enero de 2017

RUTA DEL BALCÓN DE GREDOS 2017

EL BALCÓN DE GREDOS

El domingo, 22 de enero, con una helada de miedo, a las nueve en punto, ocho caballeros en las inmediaciones del Centro, varios de ellos en sus mochilas viandas de la matanza para asar en el fuego, y una botella de buen vino, para combatir el frío. Como estaba anunciado, hacia el Balcón de Gredos nos encaminamos, ubicado en tierras de Navalcán, próximo al río Tiétar.  El primer tramo, atravesando tierras del baldío, por el camino del nombre referido, sentimos en nuestro cuerpo que hace mucho frío, heladas las manos, los pies en términos parecidos, pero como somos muy sufridos avanzamos por la bajada y los llanos, como no hay cuestas no nos calentamos y del suave perfil nos quejamos. Nos adentramos en la dehesa de Trujillanos, al paso por la casa titubeamos, la pregunta consiguiente es "¿ahora por dónde vamos?"...pues el Guadyerbas hay que cruzarlo, y el tiempo no está para mojarnos; así que tomamos el camino de Parrillas hacia la Aliseda, poco después asistimos  alegres al espectáculo que delante de nosotros observamos, se trata de un gran rebaño de ciervos en estampida cruzando la vía, calculamos en torno a doscientas cabezas, que al percatarse de nuestra presenta se dan media vuelta. Seguimos avanzando, la escarcha cubre las hierbas de blanco, también el firme de la tierra blanquea, los charcos helados, crujen al paso de las ruedas cuando quiebran o revientan, el día se presenta soleado, apenas sopla el viento, y la cubierta de la dehesa reluce reflejando los rayos del sol, mientras la silueta de un zorro corre en busca de protección entre los matojos, un trío de burriclistas gamoninos nos han seguido y son bienvenidos... Llegamos al Guadyerbas y decidimos echar un vistazo, antes de marchar por el otro lado, tras lo cual, allá va Roberto "timones", el capitán de los gamones, con dos ... embistiendo al líquido elemento y salvando el impedimento, como lo ha logrado y no se ha mojado, todos le siguen por el mismo lado; sin embargo, pocos metros después,  la burricleta de Cristóbal por el estrés no marcha bien, se ha trastornado con tanto congelado y ha pinchado, hemos de parar hasta poderlo solucionar, entran en acción las asistencias y  curan a la enferma -los móviles captan el momento y fotografían el suceso-. El trío de gamoninos tiene prisa y se despide de la cuadrilla; seguidamente, una vez solucionado hacia Parrillas marchamos, atravesamos su casco urbano y rumbo al norte marcamos, subimos una serie de cuestas encadenadas hasta enlazar con la ruta del Águila, si bien nos aventuramos por un camino poco conocido y muy embarrado en medio del desaguisado; pero por fin alcanzamos el camino de los Pinos, o del Ministro, que nos lleva al lugar que buscábamos, nos desviamos del camino principal de Navalcán-Arenas a la izquierda, a la altura de unos eucaliptos, por uno secundario y tras una bajada de unos 200 metros, entre pinos a un lado y jaras y retamas al otro alcanzamos la meta, no sin antes, haber oído voces  del dueño de esas tierras "¿dónde vais?"..."a mirar" fue la respuesta. Por fin estamos en el Balcón de Gredos, disfrutando del momento mientras contemplamos a lo lejos la Sierra de Gredos, situados en la ladera numerosos pueblos: a la izquierda, Candeleda, Madrigal, Losar de la Vera; a la derecha, El Hornillo, El Arenal y otros tantos más que no consigo identificar. La atmósfera está limpia y la vista es espectacular, poca nieve en las alturas, tan solo en la cima del pico Almanzor y en La Mira, el gris ceniza del roquedo se perfila en el azul del cielo, en la ladera el verde impera, resaltan las manchas blancas de las paredes de las casas incrustadas en la montaña...A continuación, fotos para la ocasión, unos minutos para el descanso y avituallamiento, y pedaleamos de nuevo, toca volver, por Navalcán esta vez, en el casco urbano, frente a una panadería paramos, dos barras de pan compramos y nos largamos, camino de Talavera, cruzamos el antiguo cordel de ganados, por distintas fincas agropecuarias transitamos, sorteamos lagunillas y charcos, hasta alcanzar el nuevo trazado del Cordel de Ganados, poco después cruzamos el Guadyerbas por el puente habilitado, saltamos la portera que se halla enfrente y por la senda paralela al Guadyerbas limítrofe con Trujillanos continuamos hasta enlazar nuevamente con el camino de Navalcán, ya en adelante no le dejamos y cerca de Velada nos hallamos; pero antes de adentrarnos en el casco urbano, en el paraje conocido como La Calancha, hacemos un alto en el camino para degustar las viandas de la matanza, morcilla, chorizo y buen vino; los entendidos -El Presi, Víctor, Ilde, Diego, Martín, Cristóbal y El Gamonino- preparan la "Chosca" y asan los embutidos, que con pan y buen vino se anda mejor el camino...je,je,je, hasta la próxima vez. Una ruta de unos 50 Km y 4 horas aproximadamente.  














lunes, 16 de enero de 2017

RUTA DEL POZO DE LOS DORNAJOS

VEREDA DE LAS UMBRÍAS

Mañana del 15 de enero de 2017, a las nueve como últimamente, nos reunimos en Velada, frente al Centro de Salud, cinco intrépidos caballeros burriclistas veleños desafiando al frío de invierno; no obstante, el día se presenta soleado y sin viento, lo que augura una jornada de disfrute y entretenimiento. Rumbo a Mejorada por la calle de Los Perales para enlazar con el camino del mismo nombre, mientras pedaleamos se incorpora el maestro ceramista Alberto y aumenta a seis el "grupetto"; ascendemos la rampa de La Gamonosa y con el esfuerzo se van calentando los dedos. En la plaza de Mejorada nos esperan los talaveranos, exploradores consumados, Ilde y Diego, que nos han preparado "un tramo nuevo", por lo que nos dirigimos a Segurilla, donde observamos que una celebración están preparando -según dicen en honor a San Antón, de los animales su patrón-; nosotros pasamos de largo, y por el camino de Los Leñadores nos alejamos, tramo muy conocido y bastante atractivo, poco después al carreterín asfaltado nos incorporamos pero antes del casco urbano a la izquierda nos desviamos por una senda que enlaza con el Camino del Lomo, nuevamente en la intersección giramos a la izquierda en sentido al Marrupejo, después de un centenar de metros encontramos en la orilla a un grupo de ciclistas intentando arreglar una avería, se detiene la cuadrilla y Roberto ayuda con maestría, una vez resuelto pedaleamos de nuevo. Poco después, avistamos a la derecha de la marcha, pegado a la orilla del camino, un pozo ancho y redondo -antes de la subida a La Encina del Meregil-, llamado pozo de los Dornajos, que nos sirve de referencia para situarnos en la intersección con una vía de tierra, se trata de un camino que presenta una empinada cuesta, de unos cincuenta metros en su primer tramo, y algunos más después, pero con un desnivel más tendido pero de continua ascensión; tras coronar el cerro, nos reagrupamos de nuevo y nos preparamos para el descenso por su cara norte, en la umbría, que da nombre a la vereda, denominándose "vereda de Las Umbrías"...Por fin, es la novedad que tanto ansiábamos y estábamos esperando, nos encontrábamos expectantes, plenos de emoción; comenzamos la bajada por una vía que iba menguando a medida que avanzábamos y discurría entre muros de piedras apiladas  y alambradas, que delimitaban cercados de praderas ganaderas y explotaciones agropecuarias  salpicados de vegetación silvestre, como encinas, chaparros, retamas cubiertas de blanca escarcha, cantuesos, escaramujos, zarzas y otras herbáceas. Nos adentramos en la espesura cargada de humedad bajo un dosel de ramas entrelazadas que daban continuidad a la cubierta y flanqueados a ambos lados por los troncos arbóreos de recias encinas, el musgo y los líquenes tapizan las cortezas y las caras pétreas de los muros...la imaginación recorre parajes de fábula propios de bosques oscuros y sombríos, el sendero angosto parece atraparte, para quedarte y no dejarte marchar, somos prisioneros en este recóndito lugar impregnado de magia y encanto... no encuentro las palabras adecuadas para describir este maravilloso entorno, un peculiar sendero de arrieros y ganaderos que afortunadamente se ha conservado casi intacto, que nos permite remontarnos en el tiempo y trasladarnos al mundo rural de nuestros antepasados; por todo ello y un sinfín de sensaciones que descubrirás merece la pena transitar o pasear por el lugar. Algunas de las fotografías que fueron realizadas por los miembros del grupo captan la belleza del paraje, no podíamos dejar pasar esta inmejorable oportunidad. La vereda finaliza en su intersección con el camino de Segurilla a Marrupe, cerca del Marrupejo, donde fuimos a parar con nuestras burricletas, y tras la grata experiencia, un descanso para recrearnos comentándolo, mientras aprovechamos para alimentarnos. Después, tras el descanso, enfilamos hacia Segurilla por dicho camino, seguidamente nos desviamos por la senda La Cervera, que resulta más atractiva por la pericia requerida y a la localidad llegamos, aquí nos separamos, cada grupito por su lado, por San Román y Pepino los Talaveranos, por La Portiña y Canal un trío Veleño, y el otro trío por Mejorada a Velada. 
Ruta: 50 km/3:30 horas.