lunes, 26 de marzo de 2018

EL RISCAL: PARAJE SINGULAR

LA CASCADA DE "EL RISCAL"

A las 9:00 horas del día 25, nos reunimos los miembros del equipo, la propuesta del pelotón no me convenció, otra vez "La Vía Verde" me resultaba deprimente; así que Nico y un servidor tomamos otra elección: El Riscal, que nos atrae mucho más. Tras las lluvias caídas, hay que ver las aguas crecidas, los dos saltos del arroyo Marrupejo han de estar en su apogeo. Abandonamos el gran grupo y tomamos otro rumbo: camino de Mejorada, camino de Segurilla, camino de Buenaventura por el carreterín asfaltado hacia la Gran Muralla China, una vez coronada nos desviamos a la derecha por un camino que discurre por la cuerda en sentido Este, enlazamos después por el camino que baja hasta el molino y la cascada. Cabe señalar campos y prados encharcados, cunetas anegadas de agua, senderos embarrados, todo muy mojado y empapado...todo un placer ver el agua correr, las flores cabecean entre las verdes hierbas de las praderas, amarillas, blancas, azuladas, muchas encinas y chaparras. Saltamos algunas porteras, salvamos regueras y tocones en la senda, todo marcha fenomenal. Y por fin, el emblemático "Riscal", junto a un antiguo molino con sus ruedas volanderas, todo un espectáculo en un lugar un tanto aislado, el agua se descuelga en los dos escalones con empuje y fuerza, y en su caída retumba, resuena, un zumbido que no cesa ...Se trata de un lecho granítico, con dos escalones contiguos, a los lados la roca desnuda se rebela y se resiste a ser lastrada por el agua. Es el momento de mirar, contemplar y disfrutar...fotos desde distintos ángulos para ilustrarlo, es una belleza y nuestra opción ha merecido la pena; aunque en el retorno, camino que asciende por la cara sur de esta cadena de montes y, después, desciende por la cara norte, hasta enlazar con la Cañada Real Leonesa Oriental, se estrecha y la senda se puebla de piedras, mezcladas con agua encharcada y barro, que dificulta el tránsito sobre la bicicleta. A destacar, una incidencia en el deambular, en un tramo de agua anegado, sumergí la puntera y de nuevo otra vez, se me mojaron los pies (jejeje...). La bajada hacia la Cañada resulta muy complicada, por lo que nos vemos obligados a descabalgar, lo que nos permite disfrutar del encinar encantado, donde proliferan y cuelgan los líquenes, o barbas de viejo, de las ramas de las chaparras, la escena parece sacada de un cuento y merece la pena detenerse un momento. (Ruta: Circular, 40 km y 4 horas)



























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