lunes, 14 de agosto de 2017

POR LA ORILLA SUROESTE DEL EMBALSE DE NAVALCÁN

Informado del incidente del domingo pasado, ocurrido con el guarda de la finca colindante con el Pantano, el reto estaba claro, volver de nuevo a su encuentro; pero esta vez, adentrándonos por la retaguardia a ver si nos paraba. Por tanto, a las 8.30 en el punto de partida del día 13 de agosto, los caballeros más perezosos, integrantes del Equipo C -al que me he unido, pues del B he descendido- integrado por un variopinto septeto en el que destaca un escudero nuevo, el más joven de los herederos, ponen rumbo noroeste hacia el Embalse del Guadyerbas por el camino de Navalcán, en primer lugar, seguidamente atravesamos la dehesa de Villabuena por el camino de Candeleda, con grata sorpresa, el joven escudero ha divisado a lo lejos una piara de jabalíes que marchan alineados por los pastos agostados, una nutrida columna de unos diez verracos que se alejan por el flanco, grita eufórico volviéndose hacia nosotros: ¡allí! ¡allí! ...Poco más adelante, a la altura de La Grajera, la arena hace acto de presencia, alguno comenta un incidente con la dueña cuando fueron a por setas, pues iban todos en "tropel" cerca de ocho o diez, ella les despachó con palabras de desaprobación: que esto va parecer una romería, váyanse ustedes de la finca...Nos incorporamos a La Cañada Real circunvalando la zona Sur del embalse de Navalcán, progresando a ritmo de pedal, la temperatura es agradable a la buena sombra de los alcornocales, hasta alcanzar la portera apropiada que da acceso a las aguas embalsadas, accedemos al interior del recinto vallado y por un camino que discurre a la orilla del pantano sobre el muro de contención avanzamos ordenados, mientras algunos pescadores nos contemplan con complacencia. Más adelante, salvamos una alambrada que se halla en medio cruzada, tras lo cual, el camino se torna sendero bordeando sus aguas, que el ligero viento ondula su capa formando un suave oleaje que rompe en la orilla con su acompasado sonido...La marcha sosegada y tranquila nos permite disfrutar del paraje, numerosas aves pueblan las orillas, todo un regalo para la vista: cigüeñas, garzas reales, gaviotas, mamá pata y sus patitos (ánades reales), y algún milano sobrevolando el lugar, monte bajo mediterráneo plagado de jaras y chaparras. Nos acomodamos a los estrechos senderos abiertos por ovejas y vacas que deambulan entre las matas, nos llama la atención un pequeño escalón térreo que delimita la orilla, y que exageramos dándole el nombre de acantilado; paramos para bien observarlo y alguna foto nos  sacamos -con la Sierra de Gredos al fondo-. Continuamos bordeando el reculaje, siempre por dentro del recinto vallado, y en los arenales nos hallamos, de nuevo fotos para la ocasión, pues a decir de todos "mola" un montón; parece en verdad una pequeña playa en una cala olvidada...La arena es sustituida en otros lugares por cantos y pedregales, pero con el mismo sonido de fondo, el del oleaje.  Tras un tramo del recorrido sin encontrarnos con humanos, aparecen de nuevo escalonados, son los pescadores que han entrado con sus coches, así encontramos el trazado del camino por donde ellos se han  metido...seguimos disfrutando y circulando muy despacio...a continuación nos topamos con una competición, unos pescadores con cañas enormes -alguien comenta, que para llegar al otro lado no es necesario tanto, más fácil es entrar al revés, je, je-, van ataviados con chalecos colorados y unas banderolas para delimitar la zona; captamos imágenes con la cámara portátil, y nos alejamos...ya en las proximidades del muro de la presa, divisamos una sirena, junto a la orilla la custodian sus dos canes a salvo de los mortales. También encontramos a un cánido extraño, el dios Anubis reencarnado, con cabeza de chacal, hocico puntiagudo y orejas tiesas, estatura media y de menuda corpulencia, una especie de can estelar, un ET del más allá... Por fin alcanzamos el otro extremo, con un P de vehículos para domingueros, habilitado por el Ayuntamiento de Navalcán con área recreativa bajo las encinas, cuenta con varias mesas y algunas papeleras; pero en realidad, la basura en el suelo está. Frente a la puerta de la finca, donde el guarda el domingo pasado les dio el alto, hay un indicativo señalizando el desvío de la dirección del Pantano, marcando para el otro lado; por tanto, el guarda con razón por la puerta no les dejó. 
Tomamos la carretera en dirección a Navalcán, y tras cruzar por el alto de la presa un par de moloncillos nos dan la sorpresa, por delante de las ruedas cruzan las carreteras; llegamos a la población y nos detenemos a la altura del cementerio, en un banco descansamos y nos alimentamos. Reanudamos la marcha, enlazamos con el camino de Talavera, cruzamos el Guadyerbas, el joven escudero no pone el pie en el suelo, ha salvado el arenal y es digno de alabar. Después, atravesamos la dehesa de Trujillanos, dejamos atrás el arroyo de Los Huertos y... llega la cuesta de La Penitencia, se quedan dos rezagados que pasan un mal trago, se comenta poco después que se divide el Equipo C, hay que bajar al C2 a los dos de atrás (ja,ja!!!). Llegamos a los Colegios todos contentos. 
(Ruta: 50 Km).















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