sábado, 20 de mayo de 2017

PEÑÓN DE IFACH (SENDERISMO)

SUBIDA A LA CIMA DEL PEÑÓN DE IFACH (CALPE)

Llevaba tiempo esperando que se presentara la oportunidad, y así ocurrió, por suerte, el sábado 13 de mayo de 2017, por la mañana temprano, poco antes de las 9 y en familia, inicié la ruta de senderismo del Parque Natural del Peñón de Ifach. Tras cruzar el torno de acceso que contabiliza el número de visitantes, el sendero bien señalizado, ancho en este primer tramo y cuidado, nos permite contemplar, al elevar la vista, la mole rocosa calcárea como hacha de piedra gigante del Paleolítico en un fondo azul de cielo luminoso (tal vez sugiera una gran pirámide de contornos redondeados); mientras que a ambos lados una vegetación variada, típica mediterránea costera, nos regala sus lindas flores multicolores: la "Velosilla" con su disco y corona de pétalos amarillos, la kundmannia sicula o estaca con su paraguas granuloso de alfileres amarillos parecidos al "atomium", la lavanda con sus flores moradas, algo más azuladas las del romero , el blanco rosáceo del tomillo. los brotes verdes de multitud de herbáceas, como las gramíneas y crucíferas. Y los frutos rojos de los arbustos que llaman mucho la atención, a veces, combinados con morados o negros de las bayas o drupas: el lentisto, el bayón, la sabina negral y el aladierno, entre otros. También me sorprende el porte "semitumbado" del pino costero, que se pliega sobre la cubierta del suelo buscando protección del azote de los vientos cuando arrecian los temporales; los visitantes pasamos bajo su tupido ramaje enjaezado como un dosel arbóreo, nos acompaña un agradable olor a mar, a pino, a lavanda...Nos detenemos en el primer mirador que nos sale al encuentro, avistamos el puerto con yates y veleros, el Morro de Toix, las urbanizaciones en las laderas, las playas, los edificios altos de Calpe; proseguimos con la marcha remontando la falda, hasta que topamos con el túnel soñado, pues resulta muy llamativo y atractivo, nos adentramos en las sombras -escasa visibilidad en su interior- con precaución y cuidado, caminamos lentamente agarrándonos a una de las cuerdas que se hallan a ambos lados para evitar resbalarnos, pues la desnuda roca calcárea está bruñida, pulida por el continuo paso de la gente y su firme muy irregular (se recomienda calzado apropiado); pero pasamos sin mayores problemas al otro lado, proseguimos la ruta por una ancha vía con espléndidas vistas del agua azulada con una variada gama cromática, típico color mediterráneo cuando las aguas bañan sus costas, tanto en calas como en playas, distinto al que se divisa en la lejanía; además, el encuadre entre las ramas de los pinos invita a los amantes de la fotografía a plasmar la belleza. Las plantas rupícolas se aferran a las hendiduras de la roca y revisten la ladera de colores,  verdes del follaje combinados con fucsias, amarillos, blancos, azules, morados... que ornamentan la roca desnuda. Llegamos a una bifurcación de la vía, señalizada con unas tablillas, una de las sendas se dirige hacia el Mirador de Los Carabineros (315 m) y el otro asciende a la cima del Peñón de Ifach (550 m de distancia); optamos por el que sube a la cima, y a medida que vamos progresando el sendero se va estrechando, y a su vez, incrementando su dificultad, no obstante las cuerdas y cadenas colocadas facilitan la subida, que en ocasiones requiere alguna pequeña trepada por un firme muy irregular y resbaladizo, con la piedra desnuda pulida y salientes puntiaguados que nos obliga a sujetarnos para progresar hacia adelante. Por cierto, poco antes de alcanzar un tramo acondicionado con cuerda a un lado y cadena al otro, uno de los integrantes del grupo decide detenerse en este punto y esperar el retorno del resto, los demás continuamos sorteando los obstáculos y esquivando a las gaviotas patiamarillas, en período de nidificación y con polluelos, que se lanzan cuando te aproximas a los nidos. Junto a unos árboles de pequeño porte, se halla un mirador hacia el Oeste, con impresionantes vistas; tras unos minutos de descanso y disfrute, proseguimos la ruta y afrontamos el último tramo que nos lleva a la cima, extremamos las precauciones apoyando también las manos, trepamos despacio pero asegurando, y por fin avistamos el hito que corona la cima (332 m de altitud), ¡eureka, eureka! lo habíamos conseguido. Las vistas son impresionantes, por todos los lados, en derredor, 360 grados, que te dejan anonadado, es el momento de contemplar y recrearse con los distintos paisajes, plasmar con la cámara o móvil lo que divisas sin prisas; nos encaramamos al hito y posamos junto a él. Seguidamente, toca volver, hay que descender, siempre con precaución y cuidado, a veces agachados, otras agarrados, por las paredes rocosas, las cuerdas y cadenas nos facilitan el descenso, además, vamos satisfechos y contentos, un centenar de metros después nos encontramos con el compañero otra vez -que estaba a la espera- , comentamos las sensaciones vividas en lo alto y ella, a su vez, nos relató el paso de una familia con una niña, rubita y de unos 5 años, que subía hacia la cima, también unas señoras de avanzada edad, una de ellas bien oronda, que se mostraba animada y con ganas...Juntos bajamos hasta la bifurcación (señalización) y decidimos acercarnos hasta el Mirador de Los Carabineros distante unos trecientos metros, situado en la punta del morro, orientado al Este; en este lugar, pudimos contemplar en la lejanía, en último término, el pico más saliente de la costa "El Cabo La Nao", que aparece destacado en los mapas de la Península Ibérica, ¡qué gozada!. Tras el refrigerio y avituallamiento, momentos de descanso, reanudamos la marcha de descenso,  y a medida que avanzamos notamos una mayor afluencia de público, con quienes nos cruzamos en sentidos opuestos, por lo que hemos de compartir el ancho de la vía y ceder el paso en numerosas ocasiones; sin embargo, esta circunstancia posibilita el detenerse y apreciar con más detalle la variedad de plantas que pueblan la ladera: la trompetilla rosa de la flor de la "convolvulus", la "centaurea" con tonos combinados de blanco y morado, la endémica planta del Peñón "silene de Ifach" con pétalos en la gama de los morados avinatados y estambres con hilamentos blancos coronados por el amarillo de las anteras, los gladiolos con su llamativo color rojo rubí, la violeta roquera, la malva de roca ...Alcanzamos la boca del túnel y la agradable sensación de frescor en su interior, nos agarramos a la cuerda situada a la derecha y bajamos con cuidado, ya en el otro extremo nos detenemos para desde el mirador observar y contemplar: las salinas detrás de las edificaciones altas, las distintas playas de Calpe, las pequeñas calas con su estética gama cromática de azules -el singular y luminoso "azul mediterráneo"- , todo un estímulo visual que te hipnotiza y te mantiene sin pestañear ...Proseguimos, ahora al amparo de la sombra que proyecta la gran roca, hasta recalar en el siguiente mirador, orientado al Oeste, donde pudimos avistar en la lejanía "La Sierra Gelada" y los rascacielos de Benidorm, asimismo, en un primer plano a vista de pájaro "la bella estampa del Puerto con sus yates y veleros"; por último, en el tramo final, los arbustos con sus rojos frutos proliferan a ambos lados, bajo el dosel arbóreo de los pinos transitamos para pararnos frente a una fuente -principio y fin de la ruta- con el agua muy caliente, que no alivia la fatiga, ¡buf! no ha habido suerte, atrás dejamos la edificación del Centro de Interpretación del Parque Natural, traspasamos el torno de control -unos visitantes nos preguntan ante el artilugio "si hay que pagar para pasar", a lo que respondemos "que no, faltaría más ..." -, y por una de las calles nos alejamos comentando lo acertado de la visita, nos ha gustado y hemos disfrutado.
Ruta: Senderismo/Lineal/Moderada/ Calzado apropiado/Distancia: 4 a 5 Km/Tiempo: 3 horas/ Altitud: 332 m / A destacar: la majestuosidad del colosal Peñón y las espectaculares vistas.






































  

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