viernes, 18 de agosto de 2017

SENDA DE LA LAGUNA GRANDE: EN BUSCA DE LAS PLANTAS CARNÍVORAS.

Me embarqué, con unos amigos, en la aventura de la búsqueda de distintas colonias de plantas carnívoras que hay en las turberas de la Sierra de Gredos. Iniciamos la marcha desde la plataforma de Navarredonda, donde se estacionan los vehículos, sobre las 9:00 horas del día 16 de agosto del 2017, el día se mostraba soleado y la temperatura agradable en torno a los 20 grados con una brisa matutina; por tanto, el primer tramo de firme empedrado y de subida continua, de aproximadamente unos 2 km, resultó llevadero pues nos hallábamos frescos; seguidamente, atravesamos una zona llana de grandes praderas denominado "prado de las pozas", que nos ayuda a recuperar el "resuello" y "explayarnos" un tanto. Tras cruzar el puente del torrente, da comienzo otro tramo largo de subida hasta la fuente Cavadores; pues bien, a medio camino encontramos a nuestra derecha una turbera -manto de hierba, musgo, lodo, que se halla encharcado, con agua debajo- donde crecen las susodichas plantas carnívoras en tonos rojizos, que segregan una sustancia pegajosa  a semejanza de gotitas de agua, la cual atrae a los insectos (mosquitos) y quedan atrapados, siendo digeridos y obteniendo sus proteínas, muy necesarias debido a la pobreza del suelo. Continuamos la ruta entre piornos y líquenes adheridos a las rocas de granito, muchos de ellos con forma de mapa, de ahí el nombre de esta variedad denominada "goegraficum". Precisar también, la singularidad del granito de Gredos, con incrustaciones de feldespatos "diente de caballo" -por su parecido-; unos vencejos sobrevuelan nuestras cabezas a velocidad de crucero sin paragón entre las aves, mientras por debajo, entre las piedras, observamos distintos pájaros alternando los saltitos con vuelos de corto recorrido: acentor alpino, colirrojo...Sobrepasamos la fuente de Los Cavadores, poco más de una hora, y a continuación el recorrido resulta más benévolo, vamos llaneando y observando las cumbres, los circos y valles glaciares, las rocas depositadas en las morrenas laterales, las pedreras formadas en las laderas al fragmentarse la roca por el brusco cambio de temperaturas...Vamos charlando amigablemente mientras caminamos plácidamente pues el terreno lo permite, más allá, pasadas unas dos horas, avistamos el paraje conocido como "Los Barrerones", donde se suelen concentrar un nutrido número de senderistas, como así resulta cuando llegamos, unos dando de comer a la cabra montés, otros fotografiándose en lo alto de una piedra de gran tamaño, y el resto, contemplando la vista panorámica que nos ofrece el lugar, con un panel informativo para identificar: a la derecha el Cervunal, La Portilla del Rey, La Galana, El Ameal de Pablo, el mejestuoso Pico Almanzor (2592 m), La Portilla Bermeja, El Cuchillar, El Casquerazo, Los Tres Hermanitos, etc. (Cuenta la leyenda que cuando cruzó el Caudillo Almanzor con su ejercito por estas tierras camino del norte peninsular, quedó prendado, y emparejado, de una linda serrana, conocida como La Galana; pero cuando partió hacia tierras norteñas, la moza Galana le fue infiel -le puso los cuernos- y quedó patente en el cuerno del Pico Almanzor, que desde la distancia al contemplarlo se asemeja. Tras el descanso y el disfrute, pues se divisa perfectamente el circo glaciar, con la Laguna Grande en el fondo del circo, el umbral que le deliminta, y el valle glaciar (lengua del glaciar) en forma de U configurada por la erosión del hielo, iniciamos el tramo de bajada continua hasta el agua, bordeamos la laguna pegados a su orilla y observamos la gran cantidad de ejemplares de una planta acuática que prolifera enormemente, conocida como vedegambre, también saltan por todas partes los sapillos endémicos de Gredos -según me cuentan, no tienen la metamorfosis características de otras especies, por ser un ejemplar endémico, pasa de huevo a la forma de adulto, tal como la vemos- . Cuenta la leyenda que los lugareños consideraban que la Laguna Grande era un oído del mar, y se conectaba por el fondo, dada su profundidad, y que por las noches salía de sus aguas un gigantesco dragón en busca de alimento, merodeaba por laderas y cumbres hasta cazar alguna de las cabras, cuyos despojos aparecían esparcidos por el entorno al día siguiente; asimismo, se escuchaban extraños ruidos en la oscuridad de la noche que les atribuían a dicha fiera (probablemente, resultado del estallido de la roca al fragmentarse por la oscilación de las temperaturas). Con ésta y otras historias llegamos al refugio Eola (tiempo invertido: 2.30 horas), donde nos "jalamos" el bocata acompañado de una cerveza fresca. Tras el descanso, continuamos la marcha por los alrededores acercándonos a la Charca Esmeralda, donde varios bañistas disfrutaban de un remojón fresco, fresco...El retorno fue algo más duro, pues la temperatura rondaba los 26º grados, según marcaba el termómetro del refugio, sin embargo continuaba soplando una suave brisa refrescante, para alivio de los caminantes, que eran bastantes. Dejamos atrás la laguna, y unas plantas tóxicas parecidas al maíz (poco crecido) a las que son indemnes las cabras (capra hispánica), enfilando la subida que nos lleva hasta los Barrerones, aquí volvemos a encontrar a numerosos ruteros fotografiando a las cabras (por cierto, no pude sustraerme a la tentación y tomé varias fotos de un joven macho cabrío sobre el pedestal rocoso. Seguidamente, zona llana con espléndidas vistas del valle glaciar por donde se descuelga lentamente el torrente, la sorpresa fue encontrar a un señor portando sobre el brazo un ejemplar de águila de Harris . El siguiente tramo, una prolongada bajada que se ceba con mi rodilla, siento ligeras molestias en el descenso y me cuesta seguir a mis compañeros, pero aguanto. Por fin alcanzamos El Prado de Las Pozas y noto cierto alivio, pues se trata de una zona llana sin apenas desnivel. Y finalizamos con el prolongado descenso empedrado que nos lleva hasta la Plataforma, dando por terminada la ruta.
Más tarde nos dispusimos a comer junto al Puente del Duque, en el río Tormes; tras lo cual, remontamos por un camino asfaltado que remonta dicho río por su margen derecha hasta el camping de Navarredonda, proseguimos remontando hasta un campamento de verano, donde dejamos el vehículo, y a pie fuimos remontando en busca de unas magníficas chorreras o toboganes (conocidas como las "resbalaeras") en el nacimiento del río Tormes, sus pozas proporcionan un refrescante baño, si bien cuenta con pocas sombras que protejan del inclemente sol de verano. Alguna de las fotos muestra la belleza. Regresamos por el sendero que discurre por la orilla y damos por finalizada la jornada. Punto final.






























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