domingo, 10 de junio de 2018

EMBALSE DE NAVALCÁN EN PRIMAVERA

EMBALSE DE NAVALCÁN EN PRIMAVERA

En la villa de Velada, siendo las 9 horas de la mañana, frente al Centro de Salud, lugar de partida, un sexteto de caballeros veleños y un gamonino anejo, iniciamos la partida en busca de una aventura atractiva. El gran Maestre, con la venia del Presidente, ha ideado rodear por completo el pantano, es decir, una ruta circular en torno al embalse de Navalcán. Para lo cual, ponemos rumbo a Villabuena por el camino de Candeleda, nos adentramos en el encinar y contemplamos a reses de vacuno pastar y retozar. Alcanzamos la cola del pantano y por el Sur lo bordeamos, en sentido Oeste por la cañada real Leonesa Occidental, nos detenemos a observar en una encina centenaria el nido del milano, nada especial, los polluelos habrán echado a volar; pero más adelante, en la raya de Mengacenar, buscamos otro más, de otra rapaz, esta vez en la copa de un alcornoque centenario, como un canastillo de palitos entretejidos, no vemos nada en el nido, si bien, en los alrededores hay un montón de nidos de pajarillos, gorriones montesinos a decir de mi amigo.  La avanzadilla del grupo nos espera a la altura de la entrada del cercado que da acceso a las aguas del pantano, nos agrupamos y por un sendero pegado a la orilla remontamos en sentido Oeste, buscando el muro de la presa, sorteamos numerosos obstáculos: tocones, piedras sueltas, pastizales, matorrales, jarales, chaparras, lavandas...; pero con la mirada puesta en las aguas del embalse, en la aves acuáticas que lo pueblan, en las recónditas playitas con sus arenales, en los juncales y herbáceas que verdean, en la inmensidad de la superficie espejada grisácea, tal vez como reflejo de un día fresco y nublado, que asemeja la climatología de otros lugares. Algunas gotitas refrescan el rostro sudoroso, que son bienvenidas pero no en demasía, el nivel de las aguas es muy alto y nos orillamos demasiado, casi nos mojamos; poco después, en el bajo, donde el pastizal verdea y cubre los radios de las ruedas, nos camuflamos como las fieras y avanzamos agazapados entre las hierbas, vamos abriendo camino dejando huella en las roderas, el gamonino abre brecha, es osado como un lobo bien trotado. Entre las chaparras, en una cubierta de herbáceas, un nido de pajas, acaba de levantar el vuelo una hembra de ánade real, una pata, nos acercamos y avistamos media docena de huevos blancos, perfectamente colocados; rápidamente nos alejamos para no alterar lo que la naturaleza nos da: "la vida". Seguidamente, a medida que nos acercamos al muro de la presa, nos vamos encontrando con un montón de pescadores, con sus cañas lanzadas y sentados a la espera, mientras tanto, las mujeres preparando las chuletas saludan a los integrantes de la escuadra veleña, pero sin invitación a la degustación. El Maestre, como cabría esperar una vez más, se despista y se pierde, se ha retrasado por las fotos y el camino que tomó fue otro, sin embargo, adelantó al grupo y en un punto se detuvo, a continuación los demás llegaron, y todos juntos continuamos; cruzamos el muro de la presa por la carretera y, poco después, nos desviamos por una senda que sale a la derecha, denominada "ruta de la aves", que sigue la orilla del embalse y donde se pueden avistar numerosas aves acuáticas: cormoranes secándose en lo alto de los canchos, mamá pato con sus patitos, una garza real, cigüeñas blancas en abundancia, rabilargos, el pinzón vulgar que no para de cantar...(y otras aves que yo no me sé). En el encinar adehesado flores por doquier, las lavandas o cantuesos con sus penachos morados, las margaritas blancas y amarillas, los farolillos azulados de la lengua de vaca (viborea), el amarillo más apagado de las tolpis barbata, los dientes de león con sus bolos de múltiples paracaídas dispuestos a volar, la caléndula, la cerraja menuda ...y cómo no! el famoso Helianthemun de la turma, de flor amarilla con unas manchitas. Seguimos bordeando el embalse por su cara norte hasta llegar a la depuradora de aguas sucias de Parrillas y Navalcán, donde tomamos el camino de Navalcán-Talavera, que pasa por Velada, hasta enlazar con la Cañada Real, giramos a la derecha hacia el río Guadyerbas, cruzamos el mismo por el puente y buscamos una portera que se halla enfrente, saltamos y remontamos el río en sentido Este, hacia Trujillanos, en la orilla crecen buenos ejemplares de chopos y fresnos, a continuación nos incorporamos al camino de Navalcán-Velada-Talavera, nos adentramos en Trujillanos, atrás dejamos las dehesas, y tras cruzar el arroyo Los Huertos, avanzamos por los llanos del baldío, numerosos sauces flanquean el camino, algunas zarzas y campos de cereales, también pastizales, pero aún queda la cuesta, afrontamos la dolorosa agrupados, salvo ""El Presi" que se ha descolgado (jejeje). Juntos entramos en el pueblo, atravesamos la plaza con agrado, de la iglesia salen los feligreses, a algunos saludamos, y poco después, a la meta llegamos.
RUTA: circular. Velada-Embalse de Navalcán-Velada. Distancia: 50 Km. Tiempo: 4 horas. De interés paisajístico, medio-ambiental y rica avifauna.














































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