domingo, 27 de marzo de 2016

LA LAGUNA GRANDE HELADA (SIERRA DE GREDOS)

PLATAFORMA DE GREDOS A LAGUNA GRANDE (REFUCIO EOLA)


El 27  de marzo de 2016, Viernes Santo, llegamos sobre las 11:00 horas al aparcamiento de la Plataforma de Gredos, tras media hora de espera en la barrera de control de acceso. Después de equiparnos y prepararnos con polares, botas de montaña y bastones, sobre las 11:30 iniciamos la ruta hacia la Laguna Grande. Teníamos cierto recelo sobre si se podría acceder a la laguna sin crampones, pues en días anteriores había helado y se habían formado algunas costras de hielo; no obstante, la temperatura era propicia, unos 7º grados, y la noche anterior no había bajado de 0º, por lo que decidimos afrontar el reto con dos bastones cada uno.
El primer tramo, de subida continua zigzagueante con firme empedrado, sin apenas nieve, resulta un tanto agotadora y el sudor, pese a la mañana fría, va empapando nuestra piel, y parece que sobra alguna prenda de abrigo.


 Poco después, en una zona de falso llano, nos encontramos con un torrente de aguas cristalinas y una lagunilla aneja helada, la nieve cubre amplias extensiones de las praderas, resulta una estampa paisajística de singular belleza que requiere unos minutos de descanso para la contemplación y las fotografías. A continuación, siguiendo las piedras que sobresalen y enmarcan el sendero, emprendemos una larga rampa de subida cubierta en su mayor parte de nieve, por lo que los bastones nos resultan de gran ayuda para la ascensión, mientras observamos las dificultades de aquellos senderistas desprovistos de crampones y/o  bastones -incluso algunos se ven obligados a desistir dándose media vuelta-. Según avanzamos la capa de nieve cubre prácticamente toda la ladera, sobresalen riscos, mojones y pedreras rompiendo la blancura monocolor que brilla a nuestro alrededor, también las cabezuelas de algunos piornos  asoman temblorosos. Tras caminar durante una hora y media, aproximadamente, llegamos a la primera fuente de la ruta -más adelante hay otra, pero menos ostentosa-, nos paramos, descansamos, nos alimentamos -viandas propias de una marcha: plátano, barrita, agua- y nos percatamos que un miembro del grupo lleva la espalda bien mojada, tras mirar en el interior de la mochila comprobamos que uno de los bidones de agua no estaba bien cerrado e iba goteando, para la próxima habrá que tener más cuidado.

Nuevamente, reanudamos la marcha contemplando la grandiosidad de la montaña, el cielo permanecía cubierto mas no amenazaba lluvia -ya habíamos consultado la información meteorológica y no pronosticaba lluvia-, el trazado del sendero estaba totalmente cubierto en este tramo por lo que nos guiábamos por las huellas de quienes nos precedieron, había zonas en las que la nieve estaba muy aplastada y medio helada, por lo que fácilmente resbalaba, pero con precaución y cuidado nos libramos de caídas y porrazos. La senda aparecía muy concurrida, dadas las fechas -vacaciones de Semana Santa- , y había que orillarse y a veces esquivar a la gente por lo que había que estar muy pendientes para

evitar incidentes.
Pasadas las dos horas, arribamos al mirador, desde el que se contempla una espectacular vista panorámica del Circo de Gredos, en la hondonada la Laguna Grande helada rodeada en semicírculo de una cadena de montañas aserradas, en las alturas despuntan en tonos grisáceos las agujas de los picos más elevados, un panel informativo ilustra al viajero de aquello que estamos viendo: a nuestra derecha, el Cervunal, La Galana, El Ameal, El "cuerno" de la cumbre más elevada, majestuoso y emblemático "El Almanzor", La Portilla Bermeja, El Cuchillar, Los Tres Hermanitos, etc. 

 Resulta impresionante, bien merece la pena acercarse, y si es en familia disfrutando de su compañía!! A continuación, me veo obligado a dejar atrás al resto del grupo pues he de llegar cuanto antes al refugio, dado que habíamos reservado comida para cuatro y a la hora acordada no llegábamos; por lo que el tramo de bajada hacia la Laguna lo realizo en solitario de forma un tanto apresurada y rápida, pero al llegar al lago helado me quedo extasiado, sobre la estela de un caminito de huellas, de pisadas labradas sobre el hielo, atravieso la planicie lacustre soñando despierto, mientras camino oigo el chasquido o crak continuo y rítmico de los pasos cuando avanzo, es una gozada lo que siento; a lo lejos, en sentido contrario, unos transeúntes se van acercando, no lo dudo ni un instante, le pido -por favor- que me saquen unas fotos con El Almanzor al fondo, aquí en medio de La Gran Laguna,  donde luce la blancura con los crestones grises en las alturas...



Y por fin accedo al refugio Eola, siendo las tres horas, ruego al encargado disculpe la tardanza e informo que el resto del grupo aún está por llegar, pasada media hora más. Tras despojarnos de mochilas, bastones y demás trastos, a la mesa nos sentamos y el menú calentito nos "zampamos", pues había apetito. Después de un breve reposo, toca ponerse en pie y emprender el retorno, algo despierta nuestra curiosidad al cruzar la enorme laguna helada, estamos solos en la inmensidad del coso, nos acercamos a una boya que sobresale de la plataforma, aprovechamos para fotografiarnos sobre la superficie helada, reanudamos la marcha, dejamos atrás la Laguna y afrontamos la empinada rampa, tenemos cuidado por dónde pisamos, pues hay profundas oquedades producidas por pisadas hundidas, la larga y pronunciada subida hace mella en la comitiva, falta el resuello y hay que recuperarse del esfuerzo, la ascensión continúa y se hace dura, los ritmos son dispares y los varones llegan al mirador mucho antes, tiempo de espera hasta que por fin llegan, mientras tanto, como el cielo va abriendo, el sol poco a poco va luciendo, ideal para el maravilloso paisaje fotografiar. Nos cruzamos con dos caminantes que a la Laguna quieren llegar, pero poco margen de tiempo les hace dudar, la tarde avanzada está y algunas sombras de las cumbres se proyectan sobre las laderas. 


Unos jóvenes alcanzan el mirador y desde el altozano divisan la vista panorámica con admiración, intercambiamos el rol de fotógrafo y fotografiado, nos despedimos y el lugar abandonamos. Seguimos la hilera de huellas que marcan el trazado del sendero, luce el sol ahora de pleno, la luminosidad del sol de poniente nos invita a realizar numerosas fotografías, caminando en solitario sobre la blanda y blanca nieve, por donde nadie antes había pisado, dejando el paso a paso de mi huella, un trazo dibujado en la inmensidad de la ladera... después, unas bolas de nieve, nos las lanzamos, jugamos padres, hijos y hermanos, y disfrutamos. La tarde va cayendo, el sol se va metiendo, atrás dejamos la fuente, emprendemos la bajada, algún descuido entre la fuente y el puente, alguno metió la "pata" hasta las "trancas", pero en un susto se quedó, y recuperados del mal paso por el sendero ahora bien visible e indicado continuamos. En el Puente que cruza el torrente, nos paramos y uno de los jóvenes, sobre una lagunilla helada, hace la cabrilla y se desliza, tal vez una temeridad pues el grosor del hielo resulta incierto, pero resultó bien y es de agradecer.

 Empieza a oscurecer, resta el último tramo empedrado, alguna mancha de nieve que empieza a endurecerse, hay que clavar bien el bastón a cada lado con mucho cuidado; una pareja vuelve también, no hay tiempo que perder, es la hora de recoger, nos encontramos a una familia con dos niños al final del camino, parece que quieren llegar a la nieve...; pero es muy tarde, anochece, llegamos a la plataforma, son las ocho. Tiempo invertido ida: 3:30 horas. Aconsejable con nieve: bastones y/o crampones. Valoración: espectacular, merece la pena.




  

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