Ermita de La Virgen de Bienvenida (Puente del Arzobispo)
Domingo 23 de marzo, tras presentar las propuestas, decidimos la ruta del Sapo, y como meta elegida optamos por la Ermita de la Virgen de Bienvenida. La hora de partida, pasadas las 8:30, como ya fuera convenida, y entre las caballeros, un gamonino más una decena de veleños. En dirección Sur, hacia la N-V por el Camino de Montenuevo, seguidamente circulamos por la vía de servicio hasta alcanzar la gasolinera Galp, que después de sobrepasar nos tuvimos que desviar por el camino de acceso a las parcelas de Palomarejos. Tras atravesar esta finca a ritmo de pedal, tuvimos que saltar la portera que está en el extremo final. Nos incorporamos a un precioso sendero de un tapiz herbáceo cubierto, hubo que controlar y la pericia demostrar, resultó un atractivo trayecto, que hizo las delicias de los burriclistas, su nombre La Raya del Monte, que nos llevó hasta los alrededores de una población, nos referimos a Alcañizo, con el puente más bonito ("La Puente" según los lugareños). Circunvalamos y por el Camino de El Puente del Arzobispo nos alejamos, a un lado El Rincón del Sapo dejamos, y nos adentramos en la finca del Sapo por el camino Los Pedernales, alcanzamos la labranza o establo en el alto del terreno cultivado, seguimos por el camino de El Torrico hasta converger nuevamente en el de Puente del Arzobispo, vadeamos algún arroyo y proseguimos entre sembrados de cereal teñidos del fresco verdor matinal de la recién estrenada primavera, con encinas centenarias diseminadas por el terruño.
Al llegar a las casas de Los Pozuelos, giramos a la derecha por un tramo del camino de Los Torrejones para enlazar con el camino de Lagartera a Alcolea de Tajo, rumbo sur por el citado camino hasta desviarnos, unos centenares metros más allá, por la vereda de La Raya hasta ir a dar con una alambrada en su extremo final, tras saltar, a un nuevo camino, en muy buen estado, nos incorporamos hasta que por fin logramos divisar la meta final, es la Ermita de Bienvenida a la que llegamos a toda prisa. Sobre un primer cuerpo de soportales blancos se alza una fachada berroqueña coronada por una espadaña con campana. Pero en la quietud y el silencio, emerge la figura mansa de un monje, tras darle los buenos días responde con cortesía, mas se aleja paso a paso orando y meditando. Mientras tanto, por el recinto deambulamos, varias fotografías tiramos, descansamos y nos alimentamos. Tras lo cual, llega el momento de regresar, tomamos el Camino de Alcolea a Alcañizo, bastante más corto pero más aburrido, después Alcañizo, camino de Silos, y por último, Cañada Real Leonesa Oriental que nos llevará a la villa de Velada, punto final.
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