martes, 18 de febrero de 2014

"EL RISCAL "

AGUAS BRAVAS EN EL RISCAL DE SEGURILLA


Domingo 16 de febrero, a las nueve de la mañana se reúnen los caballeros de mtb en el Centro, la consigna está ya fue acordada y está clara, visitaremos el Riscal del Marrupejo, que después de las lluvias caídas debe estar en su apogeo y el salto de agua entre los canchales pétreos "todo un acontecimiento". ¡En marcha los veleños!, también nos acompaña el gamonino Roberto, adoptivo caballero veleño, uno de los nuestros. Por el camino de Velada a Mejorada, cerca del punto de partida,  nos encontramos con la primera rampa, que acelera nuestras pulsaciones un tanto aletargadas, se trata de la ascensión a La Gamonosa, una cuesta larga y costosa. El ancho camino, pese a lo llovido, se halla en buen estado y pedaleamos con agrado. En Mejorada, dos caballeros se suman a la escuadra, el impetuoso Diego más Ilde, su suegro. Cruzamos la villa y nos alejamos por el camino de Segurilla, donde pronto llegamos y también atrás el pueblo dejamos. Nos dirigimos al Norte, por el carreterín alquitranado de Buenaventura llamado; más adelante una bajada con fuerte pendiente nos lleva hasta un puente, tras el cual, el camino, ya de tierra, asciende bruscamente, con rampas de un porcentaje creciente, que ponen a prueba a los más fornidos y valientes, bautizada la subida como "la muralla china", nos enlaza con un sendero cerca de la cima, que sale a la derecha en sentido Este por el alto del cerrete. Entre cercados de piedra, alambradas, porteras y praderas, avanzamos lentamente atenazados por el mayor de los inconvenientes, el barro; el terreno que está muy blando, a veces encharcado, requiere un mayor esfuerzo y habilidad. Prueba de lo cual, cabe señalar, las dos caídas del Carpin y la clavada más sonada, la burricleta de Ilde se atrancó y el jinete descabalgó. Pero a pesar de todo, el sol los iluminaba todo y los colores radiantes estampados en el campo dibujaban un cuadro bien hermoso, a decir de nuestro buen amigo Chuchi "maravilloso", la alfombra verde tejida por las múltiples hierbas se aderezaba con el blanco y amarillo de las margaritas y crucíferas, por otro lado, el fluir sonoro de los regatos ...¡qué vistas tan bellas! 
 Tras atravesar varios cercados, alcanzamos el camino y nos dirigimos hacia el Sur, para bajar al arroyo Marrupejo, donde se ubica un antiguo molino en ruinas, frente a un tajo calado en las entrañas de la desnuda roca, donde los riscos afloran y acogotan el agua, que ruge desesperada y brama, la espuma de sus lágrimas nos turba y acongoja. Las aguas bravas se despeñan entalladas en la cascada, envisten a dentelladas y furibundas saltan , la fuerza de la corriente se abre paso entre las peñas perforadas, ahondan las zanjas por la crecida de la arroyada, labran el cauce y excavan el lecho pétreo. Tras la pausa y el bocata, reanudamos la marcha, toca la vuelta a casa. Intentamos el regreso por el camino del Hituero, vadeando el Marrupejo; pero al contemplar la altura del caudal, dimos marcha atrás, y nos decidimos por el camino conocido: el mismo que en la ida habíamos recorrido, la senda de los cerros.  Enlazamos con el camino de Buenaventura, después Cañada Real Leonesa Oriental, Camino de Pajares (Mataburras), Senda Las Colmenas, Camino de Los Huertos y  Cañada Real, que a la Villa de Velada nos han de llevar.

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