domingo, 16 de abril de 2017

MOLINO MONTOYA DEL RÍO TIÉTAR (NAVALCÁN)

MOLINO MONTOYA DEL RÍO TIÉTAR (NAVALCÁN)

A las 8:30 del día 16 de abril, en el habitual lugar de salida, siete caballeros pertrechos y dispuestos a seguir a su Maestre, ausente su Presidente. Buena temperatura y cielo enmarañado, por lo que el sol no calienta en tono mayor. Ponemos rumbo norte, por el camino de Navalcán y dejado atrás el casco urbano nos adentramos en Trujillanos, hermosa dehesa asemejanza de las extremeñas, el rocío se esparce sobre la hierba, vamos pedaleando a ritmo lento y pausado, al río Guadyerbas llegamos pero no lo atravesamos, optamos por no mojarnos y renunciamos, por lo que desandamos un tramo y un sendero paralelo al cauce del río tomamos y con una conocida portera nos topamos, esta vez no necesitamos saltar dado que la alambrada cortada está. Así, por el puente de la Cañada Real salvamos las aguas del río y por la vía pecuaria enlazamos con el camino de Navalcàn hasta alcanzar la localidad, la circunvalamos y atrás la dejamos. Por el carreterín de Los Motores nos alejamos, con la vista puesta en la majestuosa Sierra, el Maestre e Ilde se han adelantado, mientras tranto, en el grupo perseguidor se produce una deserción, Roberto se da la vuelta para realizar tareas domésticas. Estamos a la espera, en la bifurcación con un camino que sale a la derecha, canta el cuco en medio del encinar,  los pajarillos hacen el coro, el color de la primavera lo inunda todo; por fin se incorpora el resto del grupo, por el camino de la derecha nos desviamos y hacia el Tiétar nos acercamos, el último tramo de bajada el firme de la senda se cubre de hierba, requiere prudencia y habilidad para evitar incidentes, pues es fuerte la pendiente, la frenada es permanente...Centrados en la bicicleta, nos despistamos y nos equivocamos de trazado, yendo a parar a otro lugar, a orillas del río estamos pero el Molino no encontramos,  no reparamos y nos colamos.
Nos reagrupamos, nos miramos, y :
- ¿Maestre dónde estamos? Otra vez nos has perdido.
- Ya, ya lo he visto. Pero no os preocupéis que estamos cerca, desde aquí veo los fresnos que crecen junto al Molino, ahora remontamos por el sendero ribereño y lo logramos.
Tras recorrer unos quinientos metros, bajo dos grandiosos fresnos lo divisamos, el estrecho sendero se halla salpicado de retamas blancas o escobeñas y altas hierbas, pues es la margen de la umbría con más humedad...Hay que salvar una escalera con las bicicletas a cuestas, lo superamos y por lo alto de la bóveda del Molino deambulamos, desde lo alto contemplamos del fluir del río, una zona de rápidos, de aguas bravas, nos sorprende la fuerza de la corriente. El paraje es espectacular, disfrutamos del momento con el avituallamiento, descansamos y la bici retomamos. Ahora toca afrontar el tramo de ascensión de mayor dureza, por una senda de vegetación cubierta, con retamas negra y blanca a los lados, penden sus flores aladas pareadas, amarillas y blancas, se intercalan las lavandas o cantuesos con sus pináculos morados, todo ello entre herbáceas con distintos tonos verdes...pero la cuesta cuesta, las fotos lo captan y demuestran, nos obstante, tras el esfuerzo coronamos y continuamos, enlazamos con el carreterín de Los Motores, nos incorporamos al susodicho camino con un firme mejorado; sin embargo, las nuevas rampas nos pillan ya cansados y el Maestre descolgado, Ilde y Jesús vuelven al rescate y con el empujón posibilitan la incorporación, juntos marchamos por en medio del casco urbano, de la localidad de Navalcán. Seguidamente, optamos por cambiar, y hacia Parrillas marchar, carretera y manta hasta la plaza, giramos a la izquierda por el camino de Velada, el grupo avanza, nos incorporamos al Cordel de Ganados, volvemos a girar a la izquierda para enlazar con el camino de Parrillas a Mejorada, abrimos la portera y nos adentramos en la Aliseda, cruzamos el Guadyerbas, en su orilla destacan los espinos albares o majuelos con sus flores blancas y aromas frescos, vuelve a cantar el cuco, pedaleamos con gusto, Carniceros avistamos y atrás lo dejamos, el caserío de Trujillanos con sus gallináceas en el camino, dicen que con gallos zararíos, una cigüeña sobrevuela nuestras cabezas, y en lo más alto planea el Milano. Después, arroyo Los Huertos, camino de Navalcán con su rampa terminal, el que suscribe va fatal, vuelven al rescate los escuderos de "antes", y con el nuevo empujón se soluciona la situación. Llegamos al pueblo sin pasar por el centro -para evitar la procesión con todo el mogollón-, alcanzamos la meta que se halla en la Escuela, lugar en donde estiramos y nos relajamos. 
Ruta: 55 km . Tiempo: 4 horas. Dificultad: media, pero exigente.




























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